Breve resúmen
Lo ocurrido
Razonamiento
Consideraciones
 
En varias empresas (con ciertas relaciones entre ellas) y en el entorno residencial, se producen una serie de circunstancias de aparente mobbing, hostigamiento o puteo más o menos velado, así como el presunto uso ilícito de determinados medios o tecnologías. Denunciando la situación ante las FSE no hacen gran cosa por consultar, aclarar ni analizar la situación. En vista de la pasividad, presento denuncia en un juzgado de guardia. Al no haber aparente respuesta, tras un tiempo lo pongo en conocimiento de Fiscalía. Algún tiempo después se me cita en un juzgado. Asimismo sin consultar, aclarar, analizar ni comprobar nada, el juez dice que he de ser valorado psiquiátricamente ordenando una privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso sumarísimo. En dicho ingreso intento describirle al supuesto especialista la situación acontecida, pero en vez de tener debidamente en cuenta el relato de las circunstancias e intentar aclarar y analizar la situación como sería su deber y mi derecho, se muestra sarcásticamente incrédulo. A tener en cuenta, como se expone a continuación, que todos los sucesos eran reales y las FSE podrían haber comprobado muy fácilmente muchos de ellos en vez de haberse dictado tal privación de libertad inmediata sin asistencia legal, lo cual sería más ajustado a la ley y al derecho. También se puede considerar que tal supuesta valoración podría haberse realizado en los despachos o dependencias judiciales o policiales oportunas en forma de consultas, aclaraciones y análisis de las circunstancias sin necesidad de privación de libertad alguna, pero aparentemente ya se buscaba la imposición malintencionada de un delirio. Dicha valoración consistió símplemente en que el valorador se mostraba malintencionadamente incrédulo sobre las circunstancias reales que acontecieron y le describí, sin que hiciera el más minimo intento de aclaración y análisis detallado de las mismas y mucho menos de su investigación y comprobación (en lo cual podrían haber participado las FSE ya que comprobarían muy fácilmente algunas de las circunstancias). Se puede entender entonces que utilizan estas supuestas "valoraciones" malintencionadas para imponer delirios a fin de desentenderse de lo que no quieren tocar, lo cual sería una situación especialmente grave más propia de la época dictatorial fascista del pasado que del actual Estado de Derecho.
Así, se hace necesario plantear: ¿por qué ante la denuncia de una situación anormal, sospechosa y presuntamente delictiva, esos supuestos profesionales imponen malintencionadamente una privación de libertad sin asistencia legal y un delirio en vez de interesarse en intentar analizar, indagar y comprobar las circunstancias, siendo esto tanto su deber o cometido laboral como el derecho de los ciudadanos?. A todas luces, en este caso el probable deseo o propósito es falsear y encubrir los acontecimientos.
Que las respuestas ante la denuncia pueden ser malintencionadas se deduce por el simple análisis y razonamiento lógico sobre la situación, siendo tales respuestas especialmente compatibles con una situación de prevaricación o corrupción. Basta plantear: ¿son normales, racionales y razonadas esas respuestas o actuaciones ante la denuncia de una situación delictiva o presuntamente delictiva como la que concurre, incluso por "inverosímil" que pudiera parecer?: obviamente no lo son en absoluto. ¿Representan esos supuestos profesionales las funciones por las que tienen nómina funcionarial?: evidentemente no, sino que están usurpando sus cargos para hacer en ellos lo que quieren a su antojo, como en otros muchos casos que se conocen por los medios de comunicación.
Sería fácil que, por ejemplo, una actuación de este tipo ocurriera en un entorno con autoridades racistas
o xenófobas ante la denuncia por racismo o xenofobia de una persona de otra raza o procedencia, o en un Estado
fascistoide ante una denuncia por abusos autoritarios, o en un entorno homófobo por una denuncia
por homofobia, o en la época del dictador ante la denuncia de un jóven de abusos sexuales por parte
de un eclesiástico, o en la misma época ante una denuncia de violación por parte de un cacique o autoridad.
Igualente podrían darse respuestas de este tipo ante distintas concepciones morales, ideológicas o sociales
entre un "valorador" y un "valorado": por ejemplo un "valorador" antiabortista frente a un valorado pro aborto,
etc.
En este caso mi pretensión no era que se creyeran sin más las circunstancias que describía, pero sí que las
tuvieran debidamente en cuenta y las analizaran con la profesionalidad necesaria, lo cual es tanto su deber como
el derecho de todos los ciudadanos.
No hace falta ser un profesional de la psiquiatría o de la investigación, sino símplemente ser racional, para entender que se trata de la denuncia de una situación anormal, sospechosa, presuntamente delictiva (con sobrados indicios de ello), que las FSE podrían investigar y comprobar muy fácilmente en gran medida, como lo harían diligentemente si la víctima denunciante de las mismas o similares circunstancias fuera una alta autoridad o un adinerado influyente. Lógicamente si no la analizan, indagan y comprueban como es debido, tampoco pueden tildarla sin mas de delirio como lo han hecho a no ser que fuera irreal o imposible a ciencia cierta, lo cual no es el caso.
Hago hincapié en la posibilidad de que quizás no todos los sucesos que se citan tengan relación con el aparente proceso de mobbing, hostigamiento o puteo practicado y se trate de casualidades, aunque debido al inusual transcurso y encadenamiento de los mismos se considera que un elevado porcentaje pueden haberse llevado a cabo en relación al proceso o situación que se describe. Solo se citan algunos por lo que no están todos los que son, pero suficientes para dar buena idea de la situación. En cualquier caso, si alguno fuera casual o erróneo no anula ni desvirtúa los demás, que son evidentes. Además, como en todos los casos similares, los sucesos en cuestión constituyen una pequeña muestra visible, palpable, la punta del iceberg de un conjunto más extenso de acciones relacionadas con la intencionalidad perseguida, no solo porque no se exponen todos los ocurridos sino porque los que se han advertido son solo una mínima parte de la verdadera situación real.
Se podría pensar en qué podría pasar si a un niño o adolescente de colegio que fuera víctima de un mobbing o bullying con acciones mas o menos veladas por parte de los petulantes malintencionados o psicópatas habituales, un supuesto profesional de este tipo le dijera sin más que no ocurre lo que cree que ocurre sino que tiene un delirio-paranoia con posibles alucinaciones: en función de su establidad psíquica/psicológica y si no tuviera apoyo familiar, ¿podría llegar al suicidio?. Tal es la gravedad de que fascistoides de esta calaña ocupen esos cargos.
Actuaciones o respuestas de este tipo suelen ocurrir cuando detrás de las mismas o para encubrirlas hay alguna entidad de cierto nivel, como ocurría antaño en situaciones de puteo en el ejército, por ejemplo, en las que altos mandos falseaban y contenían las denuncias, puteando aún más en lo posible al denunciante.
Se exponen a continuación parte de los hechos e indicios, así como opiniones e hipótesis, que en este caso concreto dan lugar a considerar la existencia de un mobbing o proceso hostigador o de puteo practicado en distintos entornos (residencial y laborales), amén de otros posibles delitos relacionados con la situación.
Entorno Laboral
Empresa 1 (1998/1999)
Me llamaron de esta empresa para invitarme a prestar mis servicios en ella. Prácticamente desde el inicio de la entrada en la misma, determinadas actitudes por parte de algunos denotaban que no existiría una buena relación. Quizás por diferentes motivos, como ocurre en otros muchos casos similares, para éstos yo era considerado un elemento nuevo no deseado. Ciertas actitudes de desconsideración, cierta aparente instigación en mi contra y pretensión de crear un clima hostil mediante la práctica de comentarios jocosos en grupo para intentar obtener la colaboración de otras personas, así como trabas encaminadas a dificultar el trabajo en desarrollo, dejaban entrever la posición de aquellos respecto a mi incorporación y cometidos en la empresa. Quedaba claro que las intenciones de esas personas y en consecuencia sus actos asociados, no serían propicios para mi estancia y labor en aquel lugar.
Se me encargó la ejecución simultánea de dos obras correspondientes a reformas de adaptación de instalaciones y obra civil para un Organismo del Gobierno Autonómico correspondiente. Quizás por la posibilidad de pérdida económica respecto a la oferta o por ser yo el designado para la ejecución, aprecié que por parte de ciertos individuos aparentemente se deseaba que tales obras no llegaran a buen fin.
Inicialmente me causó al menos intriga la falta de copias de las ofertas presentadas por fabricantes o subcontratas, o borradores de elaboración de las ofertas realizadas, con el fin de conocer el posible estado del presupuesto para la ejecución. Al ir solicitando ofertas para las distintas unidades de obra, iba comprobando cierto desfase entre el presupuesto y los costes reales. Al parecer, en la elaboración del mismo habían participado varios individuos, algunos de los cuales fueron posteriormente parte de la situación de hostigamiento mas o menos velado practicado. A fin de corregir ciertos aspectos del Proyecto de ejecución, fue necesario hacer un reformado al mismo. En éste aumentaron considerablemente las actuaciones en partidas con cierto desfase inicial, para las cuales no se pudieron dar precios nuevos y se hubieron de mantener los ya aceptados por la propiedad.
Es posible que amparados por su posición de antigüedad o mando en la empresa, ciertos elementos intentaran manipular la situación a conveniencia para no perjudicar su posición en la misma. También es probable, como suele ocurrir en muchos casos, que para salvar la cordialidad que pueda existir en las relaciones con clientes o entre socios o directivos en el seno de la empresa, se suelen buscar responsabilidades individuales concretas para evitar que se culpabilice a la entidad en su conjunto.
Mientras alguno de los directivos deseaba poner de manifiesto ante la propiedad los posibles desaciertos en el Proyecto, otros posiblemente preferían que la responsabilidad recayera sobre mí, el elemento asignado a la ejecución de las obras, quizás para mantener una buena relación con la Dirección de Obra. En cualquier caso hay que tener en cuenta que la obra es de la empresa, no de la persona asignada a la misma: si la empresa no pone los medios materiales o humanos necesarios difícilmente puede llevarse a buen fin.
Durante la obra, el personal de las subcontratas adjudicadas a la misma (algunas habituales de la empresa) fue trasladado en varias ocasiones, a petición de directivos, a otras obras prioritarias sobre las obras que nos ocupan. Así, aunque notable en su labor, era insuficiente para cumplir los plazos previstos. A su vez, algunos de los pedidos que se hacían para estas obras se destinaban a otras, con el consiguiente retraso que ocasionaba el realizar nuevos pedidos. También podría ser significativo, o al menos curioso, que aunque fue solicitado en varias ocasiones, ni siquiera se me facilitó un teléfono móvil para hacer frente a las obras (situadas a 60 y 120 km) en mi labor de Delegado de las mismas para contactos con personal, proveedores, subcontratas, etc: parecía no haber gran interés en su buen desarrollo. A su vez era patente el beneplácito de ciertos directivos ante circunstancias que de alguna forma incidían negativamente en el trabajo en desarrollo, así como su nula intención colaboradora.
Como curiosidad, algunos directivos parecieron contrariados ante la ampliación de plazo que tras varios meses de ejecución concedió el Organismo Oficial para el acabado de las obras. ¿Quizás algunos deseaban que no se acabaran en debida forma o tiempo para ocultar algún tipo de desorden anterior en el que pudieran estar implicados?. También se impuso durante el transcurso de las obras, al parecer por necesidades de la empresa, la formalización de pagos a proveedores con plazos superiores al habitual, hecho que vino a ser un añadido más a la dificultad de encontrar subcontratas que se adaptaran al presupuesto y a la forma de cobro. En vez de interesarse o promover los medios necesarios para el buen avance de la obra, solía ser motivo de comentario sarcástico el retraso en el desarrollo de la misma.
Quizás aquel grupo de directivos no quisiera ver comprometida la actuación de alguno de ellos frente a la presidencia de la empresa y a la relación con el cliente. En casos de este tipo suele ser común que ante ciertas circunstancias comprometedoras se procure que el responsable aparente sea un elemento ajeno a ellos, lo cual puede conllevar como resultado la práctica del bossing/mobbing para forzar las circunstancias del sujeto o bien intentar obtener de él que sea un sumiso condescendiente de las condiciones que aquellos puedan desear, como ser un instrumento de uso a conveniencia en sus intenciones, deseos o tramas, un cabeza de turco para las ocasiones.
Al parecer, tampoco agradó a algún directivo mi afinidad con determinada ideología política democrática: comprobé algún comentario y actitud de rechazo al respecto. Es seguro que ese individuo y otros como él no aceptaban mi presencia allí.
Recibí la impresión de que la situación podía responder a las pautas típicas que acontecen cuando tras lo que pudiera considerarse una circunstancia compremetedora de algún o algunos directivos, pretenden desentenderse de la misma introduciendo a un tercero y haciéndole parecer responsable de la situación. Así, se podría desear hacer ver a otras personas (directivos, socios, clientes,...) que el posible deficiente resultado de la situación en cuestión no sería debido a las circunstancias iniciales sino exclusivamente a la labor del aparente responsable, lo cual en un grupo organizado de trabajo debería resultar difícil siempre que se dispusieran los medios necesarios y hubiera la involucración directiva oportuna. A su vez las actitudes de rechazo probablemente perseguían generar desconfianza para fomentar el aislamiento de forma que tendiera a no buscar la colaboración o participación necesaria de los empleados o directivos que correspondiera.
Concurrían otras acciones y actitudes, por lo que ante las circunstancias dadas, las posibles finalidades buscadas por aquellos directivos y la inevitable desconfianza que se había generado, opté por dejar la empresa (se trataba de un contrato temporal). Posiblemente era el propósito deseado por algunos, pero en tales casos se puede concluir que no es posible desarrollar una labor con la necesaria confianza en tales condiciones, máxime cuando uno de los cometidos es aportar firmada como propia parte de la responsabilidad sobre los trabajos desarrollados.
Empresa 2 (1999/2000)
Tras dejar la anterior fui contratado en esta otra por medio de un anuncio en prensa: se solicitaba una persona para presupuestos. Posteriormente me enteré que esta empresa tenía algunas relaciones con la empresa anterior; al menos participaron conjuntamente en alguna obra para determinados clientes comunes.
Casi desde el inicio quedó patente la antipatía hacia mi persona por parte de cierto personal, como el que hasta entonces llevaba una de las tareas que se me encomendaron. Es posible que esa persona considerara como una intromisión la adjudicación de esa tarea a otro. Así, aparentemente procuraba crear condiciones de mal rollo laboral que posiblemente, en cierto modo, no dejaban de ser actitudes consentidas o toleradas por la dirección de la empresa quizás debido a su situación de antigüedad en la misma, como es habitual en muchos casos.
Se daban ciertas actitudes de aparente mobbing laboral por esa parte, tales como el instigar comentarios jocosos en grupos, acometer disimulados gestos de menosprecio, intencionalidad de hacer el vacío o generar ambientes hostiles, críticas veladas al trabajo, instigación de otras personas en mi contra y en contra de mi labor, etc. A partir de cierto momento ciertos empleados me negaron el saludo: la situación parecía obvia y típica. En ningún momento me comentaron si había algún problema, que quizás se hubiera podido solucionar.
Como simple ejemplo entre otros del comportamiento o actitud, baste resaltar gesticulaciones de desconsideración (cortes de mangas, por ejemplo) que ese individuo, próximo a dirección, practicaba a mis espaldas o expresiones de similar intencionalidad (por ejemplo, 'vete a tu tierra' en voz baja al pasar frente al despacho), claras muestras de su posicionamiento respecto a mi persona o cometido. Por su parte, la dirección, que debía poner los medios para evitar este tipo de situaciones, no tomó cartas en el asunto: quizás se pudiera considerar que no le importaba que pasara. Acercándome un dia a un despacho, en su interior un individuo le decía a otro "¡Ese!" haciendo referencia a mi persona con desdén; el interlocutor me miró con insidia a mi paso junto a él. Tales actitudes revelaban la situación en ese entorno e instigación que se llevaba a cabo.
Estos comportamientos, típicos por parte de individuos característicos, denotaban la calidad humana de los mismos y la intencionalidad aparentemente hostigadora. Tales actitudes no suelen ser circunstanciales sino los indicios o señales de la situación: detrás de esas actitudes, que son la muestra visible, siempre suele haber otras acciones a mayores con similar intencionalidad. Puede ser evidente que una persona que le hace cortes de manga por la espalda a otro, generalmente no se queda en eso sino que también le vilipendia, instiga en su contra o expande rumores malintencionados, etc.
En una ocasión alguien cercano a dirección me preguntó de pronto, sin venir a cuento en conversación alguna, si me vengaba y qué opinaba sobre la venganza; obviamente pensé que posiblemente habría relación entre esta pregunta y los sucesos que estaban ocurriendo en la empresa. En otra ocasión otro empleado me comentó, también sin venir a cuento, una historia de una persona que decía ver pelos en la sopa que no existían: aparentemente quería dar algo a entender probablemente en relación a lo que estaba pasando; evidentemente yo no veía inexistentes pelos en la sopa, veía las actitudes y acciones reales de esas personas con la evidente intencionalidad que conllevaban.
Asimismo en alguna ocasión en el restaurante donde comía, ciertas personas (al parecer empleados de una empresa que tenía alguna relación con uno de los involucrados en esas acciones) practicaron igualmente algunas alusiones veladas: también eran aparentes muestras de la situación. Son temas habituales sobradamente conocidos practicados por individuos característicos.
A su vez, con mi entrada en esta empresa se prescindió de otro compañero que llevaba varios años en la misma. Incluso se me solicitó que fuera yo quien se lo comunicara, solicitud que no me pareció muy correcta. Al parecer existían ciertas diferencias entre aquel y otro personal de la empresa. No había firmado los certificados de inspección correspondientes a algunas instalaciones. Yo también planteé la negativa a la firma de algunas de ellas por detalles que me pareció se debían modificar, actitud que posiblemente tampoco gustó.
Resultó curiosa una ocasión en que desde el despacho del individuo de los cortes de manga por la espalda, aparentemente varias personas estaban accediendo por red local al ordenador con el que yo trabajaba. Nadie me había dicho nada por lo que se me ocurrió conectarme y desconectarme de la red local varias veces, para ver si comentaban algo al respecto. Oí que en aquel despacho se hacían comentarios de extrañeza referentes a un funcionamiento anormal y a la posible existencia de algún virus. El jefe (al parecer era uno de ellos) acudió a revisar el rack, pero no me comentó nada. Al dia siguiente una persona me preguntó si sabía desconectarme de la red; cuando le contesté que sí me instó a que le mostrara cómo se hacía, lo cual hice en aquel momento. De inmediato acudió a hablar con los ocupantes del despacho desde donde se había practicado la conexión. Al cabo de un tiempo intenté hablar con esas personas para comentar con ellos el hecho. Uno de ellos era el de los cortes de manga por la espalda y otras actitudes desconsiderativas; el otro, un empleado amigo del anterior relacionado familiarmente con el jefe. Me negaron el suceso dándole otra explicación, lo cual denotaba determinada intencionalidad que incitaba a la desconfianza. Aunque parecía obvio, aparentemente no querían reconocerlo, lo que daba pie a la sospecha. Si estuvieran haciendo alguna prueba, símplemente me lo podrían haber comunicado. ¿Cual era el propósito de esas aparentes conexiones que negaban?.
Otro suceso curioso: un día entró en el despacho el responsable de las tareas económicas o de contabilidad. Símplemente se sentó en una mesa que había frente a la mía para pasarse la mano por el torso y la lengua por los labios sin decir nada. ¿Qué se puede pensar al respecto?.
Otro caso me llamó la atención. Se iban a ejecutar unas instalaciones proyectadas por un compañero correspondientes a un garaje. La normativa de protección contra incendios aplicada inicialmente en el proyecto ya no estaba en vigor en esos momentos por lo que se acordó recoger la actualización y adaptación de la instalación en la Dirección de Obra. Se vió la necesidad de colocar un material concreto diferente al que se indicaba en el proyecto original. Convinimos con la persona de la empresa encargada de ejecutar las instalaciones en la necesidad de ese cambio para la adecuación a la normativa vigente. Desatendiendo a las indicaciones dadas al respecto, el material fue colocado según figuraba inicialmente en el proyecto. Al parecer se comentó posteriormente el hecho como un malentendido entre el compañero autor del proyecto y yo. En cualquier caso no tuve conocimiento del desarrollo y estado de la ejecución de las instalaciones hasta que al final de las mismas me fue solicitada la firma del certificado de inspección correspondiente, a lo cual me negué. Posiblemente este tipo de posturas no condescendientes también fueran motivo principal o añadido de la situación hostigadora concurrente.
Por otra parte, al parecer, cierto acoso laboral había ocurrido anteriormente con otras personas que también habían prestado sus servicios en esta empresa. Tampoco en ésta debía ser una práctica nueva ni casual.
Se concluye indicando que en la mayoría de los casos, tras la parte visible de estos procesos de mobbing con ánimo de desprestigio, sabotaje y perjuicio, siempre se esconde una trama mayor de la que se percibe. La parte visible puede ser un corte de mangas, o un "vete a tu tierra", o la negación del saludo, pero es sobradamente conocido que detrás de esa parte visible (la punta del iceberg) suele haber mas acciones e intenciones animosas.
En vista de las circunstancias había decidido mi marcha de la empresa coincidiendo con el final del contrato temporal que tenía en ella, lo cual comuniqué. Es obvio que no se podía ejecutar la tarea encomendada cuando no se podía tener la necesaria confianza en el personal, máxime cuando una de las tareas implica aportar la firma propia o responsabilidad de los trabajos realizados ante los correspondientes organismos oficiales, lo cual podría derivar en responsabilidad administrativa o penal. Cuando comuniqué mi decisión a dirección, aparentemente no hubo extrañeza; probablemente era una reacción esperada.
Empresa 3 (2001)
Tras mi paso por la anterior, me invitaron a solicitar la entrada en esta empresa. Mi cometido sería presupuestar y realizar instalaciones eléctricas y de protección contra incendios. Me enteré posteriormente que directivos de ésta también debían conocer y tener determinadas relaciones con directivos de las anteriores: hubo participación conjunta en trabajos para clientes comunes.
Para realizar y facilitar la labor de presupuestación, al no contar al parecer la empresa con programa informático que realizara tal función, elaboré con interés (fuera del horario laboral) una hoja de cálculo que hacía las funciones de base de tiempos y base de precios de material, con el fin de realizar el cálculo automatizado de los costes de las distintas unidades de obra. Solicité al jefe su revisión, pero no llegó a ser revisada o, al menos, no hizo comentarios al respecto. En cambio, me pidió la elaboración de presupuestos en forma manual. Obviamente me pareció más cómodo y prudente continuar con la tarea tal como la estaba realizando por la facilidad a la hora de realizar modificaciones o adaptaciones posteriores y la posibilidad de impresión de resultados. Me extrañó el absurdo de aquella solicitud y la falta de interés por parte del jefe, aunque tampoco le di mayor importancia: en cualquier caso aparentemente éste sí revisaba las ofertas de interés antes de su entrega al cliente.
Por otro lado, ciertos comentarios por parte de uno de los socios de la empresa me indicaron que podía estar ante una continuación de los hechos acaecidos en entornos anteriores. Alusiones aisladas como "chupa moro chupa", "moramen", "mejor fuera que dentro",... fueron practicadas por este individuo al pasar junto a mi puesto de trabajo. Se trataba de comentarios no incluidos en conversación alguna: símplemente las dejaba caer a su paso, lo cual denotaba la aparente intencionalidad de tales indirectas. Por ejemplo, una de ellas se practicó con este sujeto a unos metros de la mesa, llevándose la mano a los genitales y pasándose la lengua lentamente por los labios, me pareció que con obvia prepotencia y ánimo provocador. Curiosamente, alguna de esas gesticulaciones (como pasarse la lengua por los labios o llevarse la mano a las pelotas) se había dado también en la empresa anterior. Es lógico suponer que podía haber cierta conexión entre ellos máxime sabiendo que habían participado conjuntamente en algunas obras. En cualquier caso no intentó comentar nada conmigo por si había algún problema que comentar, con lo cual consideré la aparente animosidad.
Asimismo se daban situaciones similares en otros lugares, en referencia a indirectas o alusiones. Por ejemplo, al restaurante donde comíamos acudía un individuo que sentándose solo en la barra decía en voz alta comentarios aislados, comentarios que por coincidencia con otros ya oídos entendía que podían ser referidos a mi persona: por ejemplo la alusión "moro" la repitió en varias ocasiones, coincidente con la que realizó ese socio de la empresa.
A su vez, también era notoria la práctica de ciertas gesticulaciones realizadas con supuesta intencionalidad, posiblemente con el mismo propósito que con el pretendido con las expresiones aisladas. Como curiosidad, por ejemplo, comentar que en un determinado momento de una reunión con el jefe de una subcontrata habitual de la empresa, mientras yo realizaba algunos comentarios éste practicaba una ostensible, enérgica e intencionada agitación continuada de los genitales. Tal gesticulación se repitió con intencionalidad manifiesta en otras ocasiones con autores diferentes, tanto en ese como en otros entornos, lo cual a todas luces podía denotar una instigación, inducción o consignas establecidas al respecto.
Aunque quizás no incida directamente en la situación de puteo (¿o si?) se comenta una circunstancia curiosa. Se hubo de instalar un grupo de presión contra incendios en un local de una nave junto con un depósito para reserva de agua. La acometida había de traerse desde el exterior de la parcela, a unos 30 m, para lo cual se abrió la correspondiente zanja; cuando destaparon la canalización general de fibrocemento se produjeron dos fisuras longitudinales de un metro aproximadamente. Obviamente, el agua a presión que salía por las fisuras discurrió por la zanja abierta hasta el local donde se ubicaban el grupo y el depósito de agua (a cota inferior a la del terreno); el hueco por donde entraba lo taponaron en lo posible. Se me avisó de la incidencia. Cuando acudí observé que el depósito se había elevado un poco por un lateral estando desencajado de su ubicación original (inicialmente unos 30 o 40 cm de depósito estaban encajados en la solera, separado de ésta por una plancha de poliestireno, por haberse hormigonado posteriormente a su colocación); por sí solo pesaría unos 300 Kg y al mismo estaba fijada la tubería de aspiración del grupo, con lo que el agua no solo habría de levantar el depósito (que además contenía cierta cantidad de agua) sino también el grupo de presión contraincendios (compuesto por pesados motores, perfiles y otros elementos metálicos), que también aparecía izado varios centímetros en ese lateral. Se me dijo que el agua había provocado tal daño ... pero el 'arroyuelo' que discurriría por la zanja procedente de las fisuras de la tubería no pudo hacerlo. Obviamente ni el posible empuje del agua ni un posible efecto flotador fueron causantes del estropicio: a todas luces aparentaba ser un sabotaje malintencionado y así lo comuniqué.
Entorno Residencial
Además de los sucesos ocurridos en esas empresas, otros sucedían paralelamente fuera de ellas pero en aparente relación con aquellos.
En el entorno residencial la sucesión de determinadas pautas de aparente hostigamiento era coincidente con el
tiempo de prestación de servicios en las empresas de referencia y en aparente relación con éstas. Posiblemente,
la instigación llegaba a este entorno mediante personas del mismo relacionadas con aquellas.
Probablemente determinadas acciones fueron consigna para un determinado grupo de individuos relacionados entre sí,
que probablemente las llevaban a cabo comandados por algún interés particular o conjunto, o por simple divertimento
psicopático, siendo fruto de una inducción o instigación y captación.
Es sobradamente conocido que en casos de este tipo es de uso o costumbre habitual la práctica de rumores malintencionados contra el objetivo, deseando manipular su imágen en el intento captar y de hacer partícipes a otros en el proceso contra éste: las acciones de hostigamiento siempre se suelen acompañar de vilipendios y rumores malintencionados con propósito de desprestigio para intentar generar un entorno hostil continuado. Es práctica común sobradamente conocida.
Así, ciertas gesticulaciones también eran practicadas por determinadas personas en este entorno. Como ya se ha comentado, una de tales consistía en una enérgica agitación genital, que se puede considerar de propósito inducido: alguien quería que se hiciera con una intención determinada, para lo cual expandía las consignas que otros seguían fielmente. Entre varios casos, se puede citar un ejemplo curioso y relevante: en una ocasión en que me aproximaba con el vehículo a una marquesina de parada de autobús en la zona de residencia, al verme salió de ésta un individuo que, colocándose en un lateral de la misma de frente a la dirección en la que me aproximaba, comenzó a practicar con obvia petulancia e intencionalidad la consabida gesticulación. También en un entierro, un jóven subido a un murete realizó la misma acción cuando pasé por delante. Otros individuos asimismo la realizaron en otros momentos. Es evidente que todas ellas fueron producto de una inducción o instigación y captación común. Como opción también consideré la posibilidad de que pudiera haber una epidemia de ladillas, aunque más bien entendí que esas gesticulaciones tenían cierta intencionalidad como otras similares anteriormente observadas.
A modo de ejemplo se puede indicar que en los medios de comunicación se hizo público un juicio por vejaciones en el que los acusados entraban a la sala en actitud arrogante, sonriendo y manoseándose las pelotas a su paso frente al demandante. También otro caso en el que un vecino grababa operaciones de trapicheo en el barrio: al verse sorprendidos, también gesticulaban de forma similar en actitud desafiante hacia la persona con la cámara. Generalmente, la intencionalidad de ese tipo de gesticulaciones suele ser obvia.
Había otros sucesos más relevantes con la misma supuesta intención hostigadora y con aparente uso ilícito de determinada
tecnología. Por ejemplo, desde una de las viviendas colindantes se realizaba diariamente en horas tempranas y durante
unos instantes un golpeo o serie cadencial de golpes continuados sobre paramentos (en horario comprendido entre
las 6,30 y las 8,30 de la mañana). A pesar de solicitar el cese de su actitud a los supuestos responsables, continuaron
con la misma durante cierto período, negando que fueran los causantes de los mismos. La característica más significativa
y sospechosa de este golpeo era que tras iniciarse la secuencia de golpes cesaban repentinamente en el momento en que yo
realizaba algún movimiento en la cama (generalmente tras despertar por los mismos) por lo que lógicamente me incliné a pensar
en el posible uso de algún tipo de medio de captación de movimiento a través de paramentos y la total premeditación animosa
de la situación. Entre tales medios podrían considerarse detectores de tipo radar o de microondas que detectan
movimientos a través de paredes, u otros similares mas sofisticados. En este sentido se podría plantear el posible grave
propósito pretendido con el conjunto de acciones en curso: ¿por qué iba a querer nadie pegar golpecitos y hacerlos cesar
al detectar movimiento tras un paramento si no es malintencionadamente para molestar y quizás con un propósito mas grave
de afectación psíquica o psicológica?.
Resultaba curioso y especialmente sospechoso comprobar prácticamente a diario como tras haber despertado a consecuencia del
golpeo, cesaba éste justo al primer movimiento que yo hacía en la cama. Ante tal "curiosa casualidad" quise comprobar la
aparente intencionalidad y posible uso de algún medio al efecto; así, al realizar algún movimiento en el mismo momento en que los
golpes me despertaban, o esperando unos instantes a realizarlo tras despertar, siempre coincidía el cese del golpeo. De esta forma,
día tras día fuí descartando la casualidad y confirmando la aparente intencionalidad puesto que siempre coincidía el cese del golpeo
con el primer movimiento que yo realizaba.
También se produjo en alguna ocasión un golpeo nocturno similar en las paredes de otra vivienda, unifamiliar, para lo cual debían asaltar la parcela. Era más que aparente la relación entre los golpecitos en ámbos lugares, máxime al comprobarse similar cadencia y otras particularidades análogas en ambos casos.
Tampoco se supone producto de la casualidad el que justo al dia siguiente de haber presentado la oportuna denuncia sobre tal golpeo ante la Policía Nacional cesó durante una temporada, aunque fue retomado nuevamente al cabo de un tiempo.
A su vez, ocurrían otras situaciones de hostigamiento como la siguiente. Acudí a un entierro oficiado en el exterior de la iglesia. Un grupo de cuatro o cinco personas que llegaron juntas se colocó detrás de mí, situándose uno de ellos a mi lado. Mientras los del grupo a mis espaldas hacían comentarios o alusiones que entendí referidos a mi persona, el que se situó a mi lado me miraba con insistencia sonriendo, quizás para confirmarme que debía darme por aludido. Me pareció reconocer a ese individuo como un agente de la Guardia Civil de la zona (posiblemente captado por algún involucrado o instigador, como también habían sido captados los de las alusiones, gesticulaciones, etc).
También ocurrían otros sucesos, casuales o no, en los que se repetían hechos, episodios o escenas iguales a otras que ya habían ocurrido anteriormente, en los mismos lugares y con los mismos protagonistas, las cuales normalmente no se considerarían circunstanciales, rutinarias o fruto del azar. Como ejemplo, de entre otros casos similares que sucedieron: por dos veces en sendas visitas a un hospital, alejadas en el tiempo, al salir observé en ambas ocasiones al mismo individuo en la puerta de salida, en la misma posición, hablando por un móvil; ya en la calle, dos jóvenes (creí recordar que eran las mismas en ambos casos) en el mismo lugar caminando en mi dirección, una de ellas hablando por un móvil y ya en el aparcamiento, desde la misma zona alta, un mismo joven con un objeto en la mano que parecía ser una cámara de vídeo, al parecer grabando la zona. Aunque podría tratarse de una increíble casualidad, al menos resulta curioso y llama la atención la coincidencia de esos sucesos en esas ocasiones teniendo en cuenta la ocasionalidad de las mismas: en dos visitas esporádicas, separadas por un espacio prolongado de tiempo, es muy curioso que se repitan circunstancias idénticas.
A su vez se dieron otros sucesos en forma de seguimientos. Por ejemplo, en dos ocasiones al menos fui seguido por una misma persona en un mismo vehículo desde una zona próxima al domicilio hasta una caja de ahorros ubicada en las afueras de la ciudad. En la primera ocasión el individuo aparcó el vehículo detrás del mio, vino detrás de mi y entró en la sucursal junto a mi por la puerta de seguridad. Pidió cambios y salió. En una segunda ocasión, alejada en el tiempo, se repitió el seguimiento aparcando el individuo nuevamente su vehículo detrás del mio. Esta vez, antes de salir del coche esperé un momento para ver que hacía: salió de su vehículo solo cuando yo lo hice, no antes, y nuevamente fue detrás de mi hasta la sucursal. En esta ocasión cuando estábamos en la puerta le insté a que entrara delante. Como en la vez anterior, una vez dentro pidió cambios y abandonó la entidad. ¿Es una paranoia sospechar de lo sucedido?. Es evidente que estos seguimientos podrían ser fácilmente comprobados por las FSE mediante las cámaras existentes a lo largo del recorrido y en la propia entidad.
Sucedieron otros hechos de forma o contenido similar a los que se citan, los cuales iba poniendo en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tras una larga temporada de anormales acontecimientos se comenta, a modo de ejemplo, alguna muy curiosa coincidencia más.
Diciembre 2004. Tras un tiempo en que nuevamente había cesado el golpeo comentado tras haber contactado una vez más
con las FSE, un dia se acomete de nuevo repentinamente. También cesa al moverme en la cama. Casualidad que ese día tenía
que acudir a una entrevista. Había concertado la cita días antes por teléfono desde el domicilio. No se había producido el
golpeo en días anteriores ni se produjo en días posteriores.
Marzo 2005. Desde la ocasión anterior, este día vuelve a producirse el golpeo: una primera tanda a las 6,30 h de la mañana
y otra posterior a las 9,30 h. Este día también hube de acudir a otra entrevista. También había concertado la cita por
teléfono desde el domicilio días antes. Tampoco se reproduce el golpeo en días posteriores. En otras ocasiones ocurre la
misma coincidencia con otras citas (médico, ...) también concertadas telefónicamente y también sin que hubiera habido
golpeo antes o después de esos días concretos.
Hechos comentados con anterioridad señalan el aparente uso de algún tipo de elemento de captación o detección de movimiento sobre el domicilio desde una de las viviendas colindantes. Por la mañana (entre las 6,30 y las 8,30) se producía un golpeo en paramentos, con una cierta cadencia, de forma reiterada y aparentemente intencionada. Durante una temporada comprobé que prácticamente en todos los casos tales golpes cesaban cuando, bien al momento de despertar por los mismos o bien al cabo de unos instantes, realizaba algún movimiento en la cama, lo cual denotaba el posible uso de medios de captación de movimientos a través de paramentos, quizás como detectores de tipo radar o de microondas u otros similares. Dicho movimiento no podría haber sido detectado por la simple visión a través de la ventana, ya que acostumbro a dormir con la persiana bajada.
Incluso, aparentes indicios de posibilidad de interceptación de comunicaciones telefónicas: en alguna ocasión al realizar una llamada telefónica coincidió el funcionamiento simultáneo de un timbre telefónico en el mismo piso colindante desde donde se producía el golpeo, comenzando a sonar al mismo tiempo y sonando al unísono con los tonos de espera que yo recibía en el auricular telefónico propio. Podría ser una casualidad, pero también podría no serlo. A su vez, como he comentado con anterioridad, en algunos periodos en que había cesado el frecuente golpeo reiterado que se practicaba a tempranas horas de la mañana, se dió la "casualidad" de producirse éste determinados dias concretos en que había de acudir a citas que había concertado previamente por teléfono desde el domicilio. Quizás cuestiones de este tipo para muchas personas podrían parecer "inverosímiles", pero existen muchos medios con los que se pueden hacer muchas cosas. En cualquier caso, aunque se desconozcan tales medios, si la situación es anormal y sospechosa, lógicamente se ha de tener debidamente en cuenta y el derecho de todos es denunciarlo.
Como comento, en la denuncia está incluida la posibilidad de cierto control telefónico en base a determinados indicios: realmente
creo que pudo existir ese control (hay base suficiente para la sospecha); también se denuncia la posibilidad de uso de ciertos
medios de captación que pudieran provocar interferencias electromagnéticas debido a los anormales movimientos de la pantalla del
ordenador en alguna ocasión: en este caso creo que esa posibilidad sería factible aunque también podría tratarse de otras causas
o posibilidades casuales. En cualquier caso, debido al resto de anormales circunstancias decidí ponerlo también en conocimiento
de las FSE por si esos detalles fueran significativos: es recomendación policial hacerlo. Obviamente, si no fuera por
las especiales circunstancias concurrentes probablemente esa situación no hubiera tenido mayor importancia y no habría sido
denunciada.
Ante la denuncia, quizás por la "inverosimilitud" de estas y otras circunstancias similares y sin conocer realmente la situación
ni realizar consulta o aclaración alguna al respecto, alguien prefirió y decidió considerar paranoias tales supuestos o
posibilidades, ... o quizás ya estaba decidido de antemano que se tildaría de tal.
Cabe plantear que hay muchos medios y procedimientos de espionaje, sabotaje, etc, que se podrían utilizar con propósitos diversos
y que a muchas personas les podrían parecer "inverosímiles" y por tanto delirios-paranoias de la víctima de los mismos. En cualquier
caso la obligación de los profesionales en esos cargos, se crean o no lo que ocurre, es tener todo debidamente en cuenta a no ser que
los sucesos sean irreales o imposibles a ciencia cierta. La denuncia del posible uso malintencionado de ese tipo de medios, ¿se
considera sin más delirio-paranoia del denunciante en todos los casos?. Es obvio que los verdaderos profesionales no se inventan
delirios sin mas, sino que se interesan en consultar, aclarar y analizar la situación como es debido.
Con el transcurrir del tiempo y de los sucesos se confirmaba la posibilidad de tratarse de un puteo u hostigamiento con cierta organización en los entornos laboral y residencial con aparente intencionalidad de causa de perjuicio, quizás con el deseo de los instigadores de crear un entorno hostil con las consecuencias asociadas, como ocurre en todos los casos de mobbing. Además, en función de los indicios existentes, otros posibles delitos podían concurrir, con lo que es obvio que, además de ser un derecho, era conveniente realizar la denuncia de la situación ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Policial
Acudí a las FSE para denunciar o poner en su conocimiento los hechos que sucedían, los cuales presenté por escrito en dependencias de la Policía Nacional (Mayo 2003) como aparente o presunto mobbing u hostigamiento psicológico y el posible uso ilícito de determinada tecnología. Mi pretensión era hacerles conocedores de los hechos presuntamente delictivos en curso, fundamentalmente para que se realizara el debido estudio, investigación o comprobación de las circunstancias.
Como tras varios años de anormales sucesos había bastante contenido, solicité de los agentes de la oficina de denuncias la lectura y estudio de los hechos que llevaba por escrito a fin de que pudieran realizar la adecuada clasificación de los mismos y, en su caso, la adjudicación al grupo de investigación correspondiente y ponerme a su disposición para las aclaraciones o declaraciones que considerasen oportunas. Aquel dia no se me proporcionó justificante de la denuncia presentada pero se me indicó que pasara al dia siguiente a recoger el dossier o expediente. Antes de acudir llamé previamente por teléfono a la oficina de denuncias. Nadie sabía nada. Decidí esperar unos dias. Al consultar de nuevo telefonicamente, seguían sin saber nada al respecto. Transcurrido un tiempo, acudí nuevamente para adjuntar otros sucesos que habían ocurrido desde entonces. En aquel lugar, el mismo agente se limitaba a recoger los escritos que presentaba, sin proporcionarme justificante alguno de la denuncia ni decirme nada al respecto.
En ningún momento hubo interés por intentar aclarar, conocer y analizar más detalladamente
las circunstancias. En una ocasión, en vez de intentar aclarar la situación mediante la
consulta de los hechos denunciados (tal es su función), se me instó a que acudiera a un abogado
que me elaborara un sucinto extracto del contenido de la denuncia que les presentaba y con el que
pudieran acudir al Juzgado. ¿?. Todo ciudadano entiende que es la policía la que tiene que consultar,
aclarar y analizar la situación como es debido para en su caso comprobar los indicios o presunción
delictiva de la situación. En cualquier caso algún tiempo después presenté un extracto más concreto
y decidí acudir también personalmente a presentar los hechos, con solicitud de investigación sobre
los mismos, al Juzgado de Guardia de la ciudad.
Lógicamente, la salvaguarda del derecho individual o colectivo no debe depender de la posibilidad
de poder contratar abogados o detectives. Por ejemplo, solo faltaría que para acudir al médico
del servico público de salud hubiera que llevar el informe de un médico privado describiendo
sucintamente la enfermedad a consultar. Lógicamente se entiende que lo que han de hacer en todos
los casos es interesarse en consultar, aclarar y analizar como es debido las circunstancias.
En ocasiones posteriores que llamé a la comisaría donde presenté la denuncia para interesarme por la misma, se me indicó que allí no sabían nada pero que podía consultar en Jefatura Provincial: existe un registro de denuncias en el que debería constar la que yo había presentado. Llamé. Por no constar, me indicaron desde aquel lugar que acudiera allí para hacer nuevamente presentación de la misma. Así lo hice llevando escrito de lo que sucedía. Fueron dos las veces que hube de acudir a ese lugar por el mismo motivo, separadas ámbas por un determinado periodo de tiempo.
Evidentemente es imcomprensible esa dejadez en las FSE para concertar un primer encuentro en el cual se puedan exponer claramente los hechos en curso, dar más detalles, hacer aclaraciones, etc. Se podían plantear dos cuestiones en aquel momento: o se trataba de un pésimo funcionamiento de las FSE o de un propósito de demora, encubrimiento o desentendimiento, que también podría ser.
Debido a los sucesos y circunstancias dadas, presenté también denuncia en la Policía Local (Noviembre 2004) por lo que pudiera ser de su competencia. También llevaba los hechos por escrito, similares a todo lo anteriormente expuesto. Fuí atendido por un suboficial. Echó una breve ojeada a los hechos sin extenderse demasiado en las consultas ni en el análisis de los detalles, diciendo finalmente que más bien sería competencia de otros cuerpos y no de la Policía Local. En cualquier caso insistí en que se quedaran con una copia para su análisis. El agente de atención al público me indicó que no recogían documentación por lo que debería hacer la presentación de la misma en el Registro del Ayuntamiento. ¿?. Insistí: si no estaban autorizados para recoger el escrito donde se describían hechos aparentemente delictivos, yo mismo, en aquel momento, les relataba los sucesos verbalmente haciendo lectura del mismo para que pudieran tomar las notas que considerasen oportunas a modo de denuncia sobre los hechos en cuestión. Me denegaron tal posibilidad y me dieron a entender que si iba a quejarme por actividades molestas (en referencia al reiterado golpeo que cesaba al primer movimiento) podía solicitar la instalación de un sonómetro en aplicación de la Ley correspondiente, ya que otros hechos no eran de su competencia. No creí que fuera el caso puesto que no se trataba de fuertes golpes, por lo que incidí en la probable intencionalidad hostigadora y la posibilidad de uso ilícito de alguna tecnología al efecto, junto con el resto de posibles delitos concurrentes. Sin dar respuesta, realizaron fotocopias del escrito pero insistieron en que no sería tenido en cuenta oficialmente si no se realizaba su presentación en el Registro Municipal, en dependencias del Ayuntamiento. Tampoco me proporcionaron constancia de la presentación de denuncia en esas dependencias. No llegué a realizar la entrega en el Registro Municipal como me fue indicado porque consideré que siendo aquellos agentes funcionarios de seguridad pública en servicio en dependencias policiales, deberían prestar la debida atención a la misma, siendo ellos en todo caso quienes deberían hacer su presentación en los despachos que consideraran oportunos tras conocer la situación. Si alguien desea comunicar o denunciar alguna situación anormal sospechosa, delito, indicio delictivo, etc, incluso con fotografías o escritos, no ha de acudir al registro municipal. Por mi parte entendía que al poner en su conocimiento los hechos concurrentes, quedaba realizada fehaciente denuncia de los mismos en aquel lugar. Cierto es que desconocía el procedimiento oficial de aquel cuerpo, pero otro tipo de actuación me parecía ilógica o anormal. Cabe plantear: si fuera el alcalde o el concejal de seguridad quien hubiera llevado un escrito describiendo las mismas circunstancias, ¿qué habría pasado?, ¿le hubieran dicho lo mismo?.
Asimismo pasé por dependencias de la Guardia Civil. Iniciaron un expediente al que se adjuntó el escrito que presentaba (similar a lo anteriormente expuesto), aportándome copia de las diligencias abiertas.
Mientras seguía pasando el tiempo seguían ocurriendo hechos diversos anormales sospechosos, los cuales iba añadiendo a la denuncia. Tras años de espera, en ningún momento se me solicitaron detalles, aclaraciones o declaraciones desde ninguna de esas entidades policiales sobre los hechos que se denunciaban. Desconozco las competencias y procedimientos de cada uno de esos cuerpos, pero en función de los hechos que concurren y se describen cada cual podrá opinar si se requiere, cuando menos, la aclaración más o menos inmediata y el análisis detallado de los pormenores de la situación mediante consulta y toma de declaración en dependencias policiales o judiciales.
Judicial
También denuncié los hechos en el Juzgado de Guardia para que asimismo tuvieran conocimiento de los mismos solicitando investigación sobre las circunstancias.
Correspondía la guardia en aquel momento a uno de los Juzgados de Instrucción. Fué adjudicado a otro Juzgado de Instrucción distinto. Tanscurridos varios meses sin tener notificación sobre el estado de la denuncia, decidí consultarlo acudiendo al Juzgado. Sorpresa cuando me aportaron un escrito que indicaba que, tras haberse procedido a la incoación de diligencias previas, dando parte de ello al Ministerio Fiscal, se acordaba el sobreseimiento provisional y archivo con motivo de denuncia sobre hechos Contra la Seguridad e Higiene en el Trabajo. En ningún momento hubo contacto conmigo, el denunciante, ni al parecer se solicitaron aclaraciones o declaraciones de otras personas sobre los hechos presentados, ni se notificó la resolución de aquel Juzgado de Instrucción hasta aquel momento. Pensando que la denuncia sobre el aparente hostigamiento y el resto de presuntos delitos asociados, así como el aparente uso ilícito de determinada tecnología, estaría en manos del 'Ministerio Fiscal' dejé transcurrir algún tiempo. En vista de que no había contacto, decidí llamar: me comunicaron que en su momento se había cerrado el expediente por haber sido cerrado en el Juzgado correspondiente. Como digo, sin que se me solicitara aclaración o declaración alguna.
Acudí nuevamente al Juzgado de Guardia algún tiempo después (Marzo 2004) para presentar nuevos hechos sucedidos desde entonces, acompañados de un resúmen de los anteriores, haciendo referencia al deseo de retomar la denuncia y solicitar nuevamente investigación sobre los mismos, aportando fotocopia de las actuaciones que anteriormente se habían practicado en aquel Juzgado de Instrucción. Previamente también había acudido a la Policía Nacional. Los funcionarios judiciales de guardia me indicaron en un primer momento que no se podían denunciar nuevamente hechos sobre los que ya había habido resolución. ¿?. Tras insistir me comentaron que por transcurrir los hechos en varias zonas distintas, podría darse el caso de ser dividida la denuncia en partes correspondientes a los distintos Juzgados de tales zonas y abrirse en ellos cada una de esas partes por separado. En cualquier caso insistí en la denuncia, puesto que lo era respecto a presuntos hechos delictivos que supuestamente habría de analizar la policía. Un año después seguía sin tener conocimiento ni notificación alguna del nuevo estado de la misma.
Así, (Marzo 2005) decidí enviar a Fiscalía los hechos que se denunciaban y que seguían ocurriendo. Se me notificó desde aquella la apertura de expediente de investigación penal al respecto y la adjudicación del caso a otro Juzgado de Instrucción. Continué poniendo en conocimiento de Fiscalía los sucesivos hechos que iban sucediendo y que consideraba relacionados con el supuesto proceso y propósito en curso. Desde allí se me notificaba que para agilizar el proceso debía ponerlos directamente en conocimiento del Juzgado de Instrucción designado. En esta forma llegamos a principios del año 2006.
Planteamientos respecto a estas respuestas
Ante la denuncia de hechos y solicitud de investigación sobre los mismos, la respuesta policial/judicial inicial ha sido la pasividad, la desatención y la posible pretensión de desentendimiento o contención de la misma. No se puede entender, a no ser por la posible parcialidad, que en lugar de promoverse la consulta o investigación, tanto por ser el derecho del ciudadano como por ser el deber y cometido laboral de esos funcionarios, e incluso en aras y beneficio de la seguridad colectiva, aparentemente se pueda procurar el encubrimiento de los sucesos.
En un caso de este tipo no se entiende por qué no se realiza ninguna consulta, aclaración y análisis de la situación en ningún momento, siendo tal el deber de las FSE y el derecho del ciudadano. Es seguro que si le ocurrieran las mismas circunstancias a una autoridad, a un mando policial, a un juez o fiscal, a un adinerado influyente, etc, actuarían diligentemente haciendo lo que deben como deben desde un primer momento.
En algunos casos una de las razones que pueden conducir a la desatención puede ser el propio miedo de los funcionarios al posible mobbing o puteo en su contra desde instancias superiores, hasta el punto de provocarse situaciones de parcialidad o de involucración, voluntaria o involuntaria, activa o pasiva, en el proceso contra quien sea. También sería paradójico que quizás, como en otros muchos casos similares, las autoridades intentaran eludir el inicio de acciones por las posibles repercusiones negativas que pudieran tener sobre los promotores de tales acciones (por ejemplo, si fueran personas de cierta influencia) sin tener en cuenta las que intencionadamente éstos hubieran podido ocasionar a las víctimas.
Por otro lado la Ley impone las vías de reclamación, reivindicación o protesta a disposición de la ciudadanía para regular la convivencia social en igualdad de derechos y oportunidades. En cualquier caso la propia Ley y en su representación la autoridad legitimada en cada caso, debe responder con imparcialidad y eficacia a las solicitudes puntuales que la ciudadanía realice en defensa de sus derechos fundamentales en la misma medida que los ciudadanos confían en que así sea. Cuando esto no ocurre, puede resultar que las autoridades se conviertan en coautores de los hechos delictivos por omisión de acción debida, que se desea suponer involuntaria, estimulando por dicho motivo la acción del delincuente y agravando, en consecuencia, la negativa situación de las víctimas y el conflicto.
Nadie en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se interesó lo mas mínimo en consultar, aclarar y analizar la situación, a todas luces anormal y presuntamente delictiva, lo cual es tanto su cometido como el derecho del ciudadano. Aunque es seguro que si las mismas circunstancias fueran denunciadas por un miembro de la familia real, una autoridad relevante o un adinerado influyente, probablemente se habría atendido y analizado la denuncia diligentemente como es debido desde un principio: obviamente hay motivos para ello. Se puede pensar que una situación como esta le podría ocurrir a cualquiera: ¿las respuestas ante la denuncia serían las mismas en todos los casos?.
Ante la afectación que estas situaciones suelen provocar, decido solicitar la intervención de un profesional en la especialidad médica correspondiente a fin de buscar asesoría preventiva sobre este tipo de casos, sus posibles consecuencias y la forma más idónea de tratar los mismos especialmente en el entorno familiar. A tal fin acudo al médico de atención primaria para solicitar especialista en la materia. Tras comentarle muy brevemente los hechos y la pretensión, se me señala un especialista en psiquiatría.
Enero-06. Acudo a esa consulta. Considerando el acoso psicológico en curso y el resto de hechos denunciados, pretendía que un profesional analizara e interpretara los sucesos que ocurrían, así como solicitar su asesoramiento preventivo sobre la negativa repercusión que los mismos ejercen en los entornos personal, familiar y social. A su vez, pudiendo ser, recabar una valoración profesional de los hechos: qué se podría pretender con los sucesos que acontecían.
Para llevar a cabo la valoración de la situación es de suponer que debería ser función principal del especialista escuchar con ecuanimidad la explicación o planteamiento que se pudiera aportar, para una vez conocidas las circunstancias proceder al análisis de las mismas a fin de intentar buscar soluciones al problema planteado. Ocurrió que cuando intenté exponer los motivos que me llevaron allí así como realizar un relato breve de los hechos o sucesos concurrentes de aparente hostigamiento y presunto uso ilícito de determinados medios, el especialista interrumpió la exposición con enfado para indicar con acritud que su función era curar pacientes, designándome a continuación como paciente a curar. Sin haber tenido en cuenta los sucesos, se había establecido desde el principio el planteamiento que le iba a dar al caso: paciente - enfermedad - tratamiento. Como he comentado, la pretensión de la consulta era que analizara como es debido la situación para que aportara algún consejo en relación al entorno familiar, ya que se generan tensiones, etc. Así, pensé que ya desde el principio la actitud de este supuesto profesional iba a condicionar el análisis de la situación. Un especialista en esta materia sabe lo que esto puede suponer, al igual que el proceso en sí mismo: provocar la inducción de culpabilidad, humillación moral, etc..., añadiendo crispación a las circunstancias, incitando la desconfianza ante el profesional, alterando la actitud ante la entrevista, condicionando el análisis, etc. En estos casos, habitualmente el entrevistado adopta posturas defensivas, deja de ver en el entrevistador a un profesional dispuesto a ayudar o intermediar en el problema, etc. En esa primera consulta indicó que había observado un "problema global" que habría de ser tratado. ¿?. Aporté al especialista documento escrito relatando los diversos sucesos concurrentes en esas empresas y en el entorno residencial en relación al aparente proceso de mobbing (similar al relato de sucesos expuesto en apartados anteriores) a fin de que pudiera practicar su lectura y valoración. Acordamos nueva cita.
En la siguiente visita a este especialista, después de que aparentemente hubiera leído el relato y sin realizar aclaración ni análisis alguno respecto a los hechos y situación que describía, como primera acción ratifica la existencia de un problema (tal como había pronosticado en la primera consulta) e indica que ha de ser tratado con medicación. No hace ningún análisis, estudio, valoración o intento de profundización o interpretación más detallada de los hechos y lo que pueden suponer. Lo mas lógico hubiera sido que intentara analizar los sucesos uno a uno y posteriormente todos en conjunto, pero no hubo intento alguno de analizar nada. Obviamente, de la simple lectura de un escrito no se pueden obtener conclusiones certeras sin comentar la situación en detalle, e incluso podría darse el caso de dar más valor a la retórica o sintaxis del texto que al propio contenido del mismo, a los hechos en cuestión. ¿Qué tipo de 'profesional especialista' es quien no hace consulta alguna, ni aclaraciones, ni el mínimo análisis detallado de la situación antes de emitir un diagnóstico que pretenda válido al respecto?. Evidentemente era una actuación sobradamente anormal y aparentemente malintencionada.
Resúmen del Informe: "El paciente ha sido atendido en esta USM en dos ocasiones ... en mi opinión este paciente padece
un Trastorno por Ideas Delirantes (CIE 10 F.22.0) de varios años de evolución que le ha supuesto una repercusión funcional
significativa. No presenta conciencia de enfermedad y no acepta tratamiento, que en mi opinión debería tomar". ¿?.
¿Se puede decidir esta opinión o informe sin aclarar, analizar ni comprobar nada respecto a la situación que se expone?: es
obvio que no y asimismo es lógico suponer que, al igual que otras respuestas, puede ser malintenionada.
Evidentemente no se trataba de que no presentara conciencia de enfermedad mental, sino que en modo alguno se puede aceptar que una situación real de aparente mobbing y presunto uso ilícito de determinada tecnología como la que concurría (que las FSE podrían indagar y comprobar muy fácilmente) se tildara sin más de delirio. Tampoco nadie asumiría la culpabilidad sobre un delito no cometido si intentaran culpabilizarle del mismo y no sería falta de conciencia de perpetración del delito.
Cualquier persona minimamente cabal y racional, especialmente los verdaderos profesionales en la materia, pueden opinar: lo que aquí se expone, ¿es sin mas un delirio?. Evidentemente no. No hay ideas delirantes sino hechos reales anormales, sospechosos, presuntamente delictivos, que las FSE podrían indagar y comprobar fácilmente, respecto a los cuales se plantean opiniones e hipótesis válidas que pueden ser certeras, como las que podrían plantear profesionales de la investigación ante las mismas. Así, es obvio que se podía sospechar también de ese supuesto profesional y de su "opinión o diagnóstico".
A tener en cuenta que ideas delirantes son creencias falsas sobre la realidad que se mantienen firmemente incluso a pesar de que se demuestre su falsedad o estén reconocidas como falsas. En vista de todos los acontecimientos que se exponen, ¿son delirios los hechos así como las hipótesis y sospechas respecto a la evidente situación de hostigamiento y aparente uso ilícito de determinada tecnología?. Evidentemente no: racional, legal y psiquiátricamente es lícito y cabal sospechar de esos sospechosos sucesos. Y quien no acepta la comprobable realidad es el supuesto profesional, con lo cual evidentemente se puede plantear que es irracional o malintencionado.
Hay que asumir que en situaciones de este tipo se puede producir cierto grado de obsesión y actitudes pseudoparanoides debido al recelo, a la desconfianza que se genera, pero no es motivo suficiente para considerar que todo el conjunto de sucesos se trate de ideas delirantes o paranoias. Los verdaderos profesionales de la psiquiatría y psicología consideran acoso u hostigamiento a este tipo de situaciones que incluso tienen nombres propios en esas especialidades (mobbing, bossing, bullying, etc) y como tal son tratadas previo análisis pormenorizado de los sucesos, no como ideas delirantes de la víctima sin hacer estudio alguno de la situación. A todas luces dicho diagnóstico podía ser malintencionado: a la vista están los sucesos y situación. A tener en cuenta que si el supuesto profesional no la conoce ni analiza lo mas mínimo, es obvio que tampoco puede tildarla sin mas de delirio a no ser que fuera irreal o imposible a ciencia cierta, que no es el caso.
Obviamente la consideración delirante estaba totalmente fuera de lugar y al margen de toda lógica y razonamiento, máxime cuando ni siquiera se intenta profundizar lo mas mínimo en las circunstancias. O se trataba de negligencia o de mala voluntad, siendo mas probable la segunda opción.
Para nada tuvo en cuenta las consideraciones que otros expertos hacen ante este tipo de sucesos: afectación psicológica,
pretensión coaccionadora, minar la voluntad del objetivo, intentar su humillación y daño moral, etc.
Por ejemplo: ¿qué opinan la psiquiatría y la psicología (que no esos supuestos profesionales que en este caso no representan
su profesión) que se podría pretender con el reiterado y cadencial golpeo diario prolongado que cesa al primer movimiento,
o con la práctica de las indirectas o gesticulaciones intencionadas en los entornos descritos, o con el seguimiento practicado,
o con las actitudes animosas en esas empresas, etc, o con todo el conjunto de sucesos, siendo todo ello una situación real que las
FSE podrían indagar y comprobar fácilmente?, ¿cómo califican esas especialidades médicas a los participantes en tales acciones?, etc.
Tampoco se planteó la prevención de la posible afectación física y psicológica que señalan otros profesionales: estrés, insomnio,
ansiedad, afectación de la memoria y la concentración, depresión, generación de agresividad, perjuicio al sistema inmunológico,
posibles problemas cardiovasculares, digestivos, etc; ni como afectan tales situaciones al entorno y relaciones del sujeto
(familiares, sociales, etc): no solo el objetivo es la única víctima de la situación, su entorno más próximo también sufre
las consecuencias físicas y psicológicas de la misma.
Pero, al parecer, con un simple diagnóstico de Trastorno por Ideas Delirantes y receta de antipsicóticos se pretendería zanjar la severa situación continuada de aparente mobbing, presunto uso ilícito de determinada tecnología, etc, lo cual no hace sino incrementar la repercusión negativa de la situación, etc. Evidentemente, la Psiquiatría no opina lo mismo que lo que ese supuesto profesional indica en ese informe, que a todas luces es malintencionado.
Es del todo imposible que una persona racional y cabal, máxime un especialista en la materia, pueda tildar sin más de delirio esta situación o cualquier otra similar. Estimé que se trataba de una actitud y respuesta extrañamente anormal y especialmente grave cuando el deseo era que la situación real denunciada de aparente mobbing y presunto uso ilícito de determinada tecnología, pareciera y se tuviera como un trastorno delirante. En este tipo de casos sí suele producirse una repercusión funcional significativa, aunque no por trastornos delirantes sino por el daño tanto físico como psicológico que provoca la situación, situación agravada por este tipo de respuestas sin fundamento alguno aparentemente malintencionadas.
En base a lo que ocurría y siendo absurda esa respuesta de un supuesto profesional en la materia, consideré que podía tratarse de una intervención negligente o malintencionada. En estas consultas y alguna posterior, aunque yo seguía pretendiendo que analizara debidamente la situación, no hubo intento alguno de aclaración respecto a ninguno de los hechos y circunstancias que le describía. Se había sacado de la manga el delirio cerrándose en banda a todo intento de razonamiento sobre la situación. Evidentemente, tratándose de lo que se trata y de lo que pudiera tratarse, cualquier teoría mínimamente racional y coherente, aún con riesgo de ser considerada delirante, puede tener validez, debe plantearse o ponerse sobre la mesa y ha de ser tenida debidamente en cuenta. Al fin y al cabo, las pautas, fundamentos y propósitos de acosos y puteos, con la aplicación de unos u otros métodos o prácticas más o menos elaboradas, son similares en casi todos los casos.
Atención al paciente
Presenté una reclamación al Servicio de Atención al Paciente por no estar de acuerdo con el diagnóstico de Trastorno por Ideas Delirantes del supuesto especialista: ante la misma este organismo se limitó a ejercer una mera función de intermediación o mensajería entre la queja efectuada y las respuestas del supuesto profesional, asimismo sin involucrarse en el necesario análisis sobre los hechos o circunstancias concurrentes que dieron lugar a la consulta y posterior reclamación. Ante mi insistencia se me remite a Inspección Médica. Al dirigirme a esa entidad, incluso planteando la posibilidad de que sea dirimida la situación ante un tribunal médico para que se analice y juzgue la falta de profesionalidad y posible mala voluntad de la supuesta profesional, se me comunica la posibilidad de obtener "una única segunda valoración al respecto". Les señalo la intención de que ellos mismos revisen u ordenen revisar el escrito que entregué al supuesto especialista describiendo los hechos y en función del cual debió realizar su valoración y me pongo a su disposición para las consultas oportunas. Obviamente un supuesto profesional de ese estilo que se inventa sin más un delirio ante una situación de aparente mobbing o puteo y uso ilícito de determinada tecnología, cuando menos no debería ejercer en una institución de salud pública. Transcurre el tiempo sin recibir respuesta por lo que supongo que no hay intención alguna de hacer nada al respecto. En cualquier caso, no le corresponde al paciente efectuar la revisión y vigilancia del sistema sanitario y de los profesionales que prestan sus servicios en el mismo, sino que tal sistema debe tener sus propios medios de control y auditoría que deberían ponerse en marcha ante la solictud al efecto del paciente, en base a indicios o sospechas razonables, para practicarse el debido análisis de la situación. La misma consideración se hace respecto a otras entidades como Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, etc. Lógicamente, en este caso es muy obvio que se está falseando e intentando encubrir como delirio una situación real presuntamente delictiva que las FSE podrían comprobar muy fácilmente.
Valedor do Pobo
Comunicación al Valedor do Pobo (Defensor del Pueblo en esta Comunidad). También les remito un resúmen de los hechos haciendo referencia a la indefensión ante los acontecimientos por la respuesta pasiva, quizás interesada, recibida de las autoridades, solicitando la revisión del procedimiento llevado a cabo. La respuesta es que no se trata de indefensión (al parecer, situación de la parte litigante a la que se impide el empleo de los medios procesales que la Ley autoriza) puesto que de no estar conforme con las actuaciones o resoluciones, se puede recurrir o solicitar la intervención de otras autoridades o estamentos superiores. Asimismo me indican que no estando legitimados para revisar las resoluciones judiciales, no pueden hacer nada al respecto. Insisto con esa entidad, pues posiblemente no utilicé correctamente las expresiones (aunque no debería tratarse exclusivamente de un asunto de vocabulario); mi intención no era solicitar su intervención judicial: donde dije indefensión quise decir desatención, la cual sí es un asunto que puede requerir su interés y donde indiqué revisión del procedimiento no me refería a la revisión de una resolución judicial sino a las actuaciones en sí mismas, a la forma, a las respuestas, al procedimiento desarrollado o llevado a cabo ante la denuncia y solicitud de investigación de hechos delictivos que aparentemente están violando garantías legales y constitucionales: sí están legitimados para revisar la actuación y funcionamiento defectuoso de la Administración hacia el ciudadano y subsanar o proponer mejoras en el mismo. Y si ese funcionamiento defectuoso incide en este caso concreto, habría de revisarse y solucionarse. ¿No están las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para, cuando menos, interesarse en analizar debidamente las denuncias de los ciudadanos?.
De ninguna de las maneras debería ser posible la situación generada: la desatención, el silencio de las entidades que por deber han
de involucrarse, no es la respuesta deseable. Tal silencio y tiempo en la espera siempre van en perjuicio de las víctimas por lo
que debería haber cierta iniciativa, comunicación o interés de cara al mantenimiento de la seguridad pública y a la atención al derecho
de denuncia de los ciudadanos, lo cual no ha sido así hasta el momento. No recibo respuesta concreta posterior.
El derecho de todo ciudadano es denunciar cualquier suceso presunta o aparentemente delictivo y el deber de las
autoridades es analizarlo detalladamente con la profesionalidad necesaria (por ejemplo, como hacen los médicos con la
sintomatología que les describen los pacientes), lo cual no se ha hecho en ningún momento en este caso.
Por otra parte recibo (Junio-2006) un auto o comunicación del Juzgado de
Instrucción al que se le había asignado el caso. Habiéndose acordado
el sobreseimiento provisional y archivo de la denuncia en ese Juzgado (¿?) a
petición de Fiscalía se decide reformar el auto acordándose establecer el
sobreseimiento provisional en base al articulado correspondiente de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, "por no resultar debidamente justificada la
perpetración del delito". En ambos casos sin haber requerido aclaración,
declaración o haber hecho indagación ni comprobación alguna. Vendría a ser como
si un paciente acude al médico para describirle y consultarle determinada
sintomatología anormal de salud y éste le dice que no le atiende "por no resultar
debidamente justificada la perpetración de la sintomatología o de la enfermedad",
sin hacer consulta ni análisis alguno; obviamente el paciente solo ha de describir
los síntomas: a partir de ahí ha de ser el profesional en la materia el que ha de
realizar su labor proponiendo las adecuadas consultas y pruebas a realizar así
como las pautas a seguir. O igualmente, si un ciudadano denuncia un atraco, un robo,
un timo, o cualquier otro delito y no se hace nada al respecto, ni siquiera intentar aclarar
y analizar el suceso; ante la protesta por la desatención y presunta omisión del deber
de perseguir el delito le dicen que no se ha hecho nada por no estar está debidamente
justificada su perpetración. ¿?.
En cualquier caso es obvio que el procedimiento o actuación normal sería la intervención
de las FSE para consultar, aclarar, analizar y en su caso indagar y comprobar las
circunstancias delictivas y presuntamente delictivas que concurren y se denuncian, igual que
se hace ante cualquier denuncia de cualquier delito o presunto delito. Tanto las FSE, como
un juez, como un fiscal pueden iniciar ese procedimiento de consulta, aclaración y análisis:
es su cometido laboral y el derecho de todos los ciudadanos.
Si un juez, fiscal, mando policial, autoridad o personaje influyente denunciaran
la misma o similar situación (aparente mobbing, presunto uso ilícito de determinada
tecnología, etc), ¿las respuestas ante la denuncia serían las mismas que en este caso?.
Es seguro que no. ¿Quizás, a entender de esos supuestos profesionales de la Ley y la
Justicia, todas las denuncias de delitos, presuntos delitos o indicios delictivos cuya
perpetración no se justifique en el momento de ser presentadas ante las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado (que obviamente son la mayoría) pueden ser desatendidas sin que
hagan nada al respecto?.
Siendo función y cometido principal de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
esa tarea de analizar, indagar o estudiar el delito o presunto delito, recabando para
ello la información necesaria en su cometido y labor de investigación al servicio de la
sociedad, así lo indico y solicito.
Es de suponer que no habiendo deseo de jugar con las leyes, la legalidad y los conceptos e interpretaciones legales, habría de bastar la denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dando cuenta y detalles de la situación para que se iniciara el debido procedimiento de análisis e investigación, lo cual es lo que generalmente ocurre cuando cae en manos de verdaderos profesionales y es asimismo lo que debería ocurrir en este caso. Desde ese momento la actuación e iniciativa debería corresponder a esas entidades quedando el denunciante a su disposición para las aclaraciones y declaraciones necesarias. Al menos, es lo que la sociedad demanda y la propia Ley impone de cara al mantenimiento de la seguridad y la prevención del delito. En caso contrario probablemente se puede considerar omisión del deber de perseguir el mismo, que incluye también el presunto delito o indicio delictivo.
Hasta el momento, la actuación de quienes corresponda en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ha sido nula y solo denota indiferencia e incluso aparente animosidad, lo cual sería especialmente grave.
Denunciando esta situación ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, es obvio que no pueden tildarla sin más ni de delito ni de delirio, puesto que la desconocen. Pero lo que sí pueden y deben hacer es tenerla debidamente en cuenta, analizarla detalladamente y en su caso investigarla y comprobarla, lo cual es tanto su cometido laboral como el derecho de los ciudadanos.
Desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no hay contacto alguno conmigo para solicitarme aclaraciones o declaraciones respecto a la situación denunciada. En cambio, al cabo del tiempo y ante la reiteración en la denuncia de anormales sucesos ocurridos, se me cita para ser reconocido por un médico forense del Instituto de Medicina Legal, al parecer para valorar mi estado de salud mental. Es curioso y sobradamente sospechoso que en vez de realizarse las necesarias consultas, aclaraciones, análisis o incluso la investigación y comprobación de las circunstancias, como debe hacerse en todos los casos ante la denuncia de cualquier situación presuntamente delictiva, se plantee principal y preferentemente la posibilidad de la anomalía mental sin haber mediado estudio previo alguno de la situación.
Había puesto en conocimiento de Fiscalía el informe de aquel psiquiatra del servicio público de salud (trastorno por ideas delirantes) en el sentido de poder ser un dictámen malintencionado y también había expresado mis dudas sobre la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a las que había acudido, dudas evidentemente fundadas ya que en modo alguno había sido normal lo ocurrido. En tal supuesta "valoración", la primera indicación del forense fue: "si estás aquí es porque alguien en Fiscalía piensa que estas mal de la cabeza". ¿?. Así, bajo tal premisa parece lógico pensar que tal supuesto profesional se iba a limitar a intentar justificar y firmar lo que quería ese supuesto 'alguien' de Fiscalía: una anomalía mental. Y así ocurrió sin que intentase consultar, aclarar ni analizar nada. Tras una breve conversación de unos minutos en la que intenté resumir brevemente los sucesos que denunciaba y tras cierto sarcasmo puesto de manifiesto por el forense, lo que plasmó en su informe (que conocí tiempo después) fue: "Se recomienda su internamiento en un centro psiquiátrico para valoración y control y tratamiento por presentar clínica activa: ideación delirante de perjuicio y persecución y sin tener conciencia de enfermedad ni intención de tratarse". ¿?.
¿Por qué se plantea o recomienda una privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso para valoración en vez de recomendarse el análisis y comprobación de las circunstancias, lo cual sería relativamente fácil para las FSE?. Por otra parte, es obvio que la "valoración y control" puede hacerse perfectamente en dependencias policiales o judiciales mediante consulta, aclaración, análisis, indagación y comprobación de los sucesos, no con sarcasmo y malintencionada incredulidad en un centro de salud mental bajo medicación.
Es evidente que esas actitudes y respuestas no están avaladas por la Ley y la Justicia sino que responden a algún tipo de interés o animosidad. ¿El delirio que se sacan de la manga es el comodín para solucionar situaciones comprometedoras de autoridades corruptas o adinerados influyentes, ya que al parecer no precisa investigarse ni probarse sino símplemente que lo firme algún irracional o malintencionado captado al efecto para dar carpetazo a lo que se desee falsear y encubrir?.
En cuanto a las respuestas, esta situación podría compararse con aquellas de acoso u hostigamiento que sucedían en el ejército, incluso con mandos involucrados, cuyas denuncias generalmente se perdían entre despachos o incluso se volvían contra el denunciante, que se convertía además en objetivo de mandos superiores que supuestamente eran los que debían analizar la situación para tomar medidas al respecto, incrementándose sobremanera la situación de puteo contra el objetivo denunciante. A todas luces, esta situación puede ser similar en cuanto a captaciones e involucraciones con el propósito de falsear y encubrir los acontecimientos a fin de amparar a quien está detrás de los mismos.
Vendría a ser como si funcionarios policiales o de justicia introdujeran pruebas falsas en un procedimiento judicial para desacreditar, incriminar y culpabilizar a quien desearan. La razón, la lógica, la ciencia y el derecho aseguran que una situación como esta no se puede tildar sin mas de delirio, pero sí se puede analizar, investigar y comprobar como es debido con relativa facilidad. Al igual que ha de aplicarse la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario, asimismo se ha de tener en cuenta la presunción de cordura igualmente hasta que se investiguen y comprueben las circunstancias (a no ser que fueran irreales o imposibles a ciencia cierta, que no es el caso). Por otra parte, es seguro que cualquier juez, fiscal, investigador o cualquier persona en general es capaz de darse cuenta si una situación puede analizarse, investigarse y comprobarse antes de poder ser tildada sin mas de delirio. En este caso es obvio que podría hacerse, lo cual es el derecho establecido y el cometido laboral de quienes ocupan esos cargos.
Como ejemplo de la actitud animosa de ese supuesto profesional en la entrevista, en un
momento dado me preguntó si tenía estudios. Le contesté que sí. Cuando comentó que yo estaba
allí porque alguien en Fiscalía pensaba que estaba mal de la cabeza (nadie en Fiscalía intentó
consultar, aclarar, analizar, indagar ni comprobar nada previamente conmigo), me mostró
un escrito en el que se solicitaba la valoración forense a la vez que me indicaba
sarcásticamente: "aquí lo tienes, leelo si sabes leer", lo cual daba buena muestra
de su tendenciosa actitud e intención, así como cual iba a ser la directriz de
su "valoración". ¿O formaba parte de la misma mostrar esa malintencionada actitud?.
También es especialmente curioso que el informe se referenciara como "Incapacidad", cuando
se trataba de la denuncia de una situación presumiblemente delictiva.
También se me citó para otro supuesto "reconocimiento" propuesto por un juzgado al que aparentemente le habían pasado el caso. Tampoco en éste se me habían solicitado aclaraciones o declaraciones previas, es decir, tampoco había habido el más mínimo interés en consultar, aclarar, analizar, indagar ni comprobar nada. Tras otra serena y muy breve conversación con otro forense, en la que nuevamente intenté resumir los acontecimientos motivo de denuncia (tal como se exponen en este texto), la "valoración" fue la siguiente: "... el cual se encuentra con graves alteraciones psíquicas, con grave alteración psicótica, con ideas delirantes de perjuicio. La sintomatología que presenta es compatible con una patología de tipo psicosis paranoide, no teniendo conciencia de enfermedad y con grave riesgo para su integridad personal y la de terceros, precisando de contención mecánica. En el estado actual, se encuentra en un estado de anulación de facultades volitivas e intelectivas, sin capacidad de juicio ni de raciocinio, ni capacidad de libre determinación, por lo que sería necesario su ingreso en un centro adecuado para su tratamiento."
Igual que el anterior y sin intentar aclarar ni analizar nada lo mas mínimo, en unos pocos
minutos decidió tan graves y falsas "aseveraciones". ¿Es lo que ponen siempre por defecto en
este tipo de informes o sólo ante aquellas situaciones que quieren que lo parezca?.
A tener en cuenta que mis facultades volitivas e intelectivas, así como la capacidad de juicio y
raciocionio, estaban en perfecto estado y que el grave riesgo para la integridad personal y la de
terceros era una apreciación subjetiva a todas luces animosa. Cualquier persona mínimamente racional,
máxime un verdadero profesional en la materia, es capaz de darse cuenta que esas respuestas son
malintencionadas y que la situación podría ser indagada y comprobada fácilmente por las FSE.
Por otra parte, casi todos los profesionales indican que hace falta un análisis detallado para valorar psíquicamente a una persona: obviamente resulta curioso y especialmente anormal que estos supuestos profesionales hagan su "valoración" en cuestión de minutos mostrándose malintencionadamente incrédulos e incluso sarcásticos en vez de racionalmente analíticos y sin aclarar, comprobar ni analizar nada.
Sería fácil que estas respuestas ocurrieran en un Estado caciquil o dictatorial fascistoide ante la denuncia de una situación comprometedora para alguna autoridad o adinerado influyente. Obviamente no pueden ocurrir en un Estado de Derecho. Son especialmente anormales y compatibles con una situación de prevaricación o corrupción. Es evidente que el deseo ante la denuncia no era el análisis de la situación sino la imposición del delirio que se sacaban sin más de la manga, probablemente con la intención de falsear y encubrir los acontecimientos y la negligente o malintencionada actuación (posible omisión del deber de perseguir el delito) de algunos de quienes debían realizar el análisis de la misma. Es lógico pensar en la absoluta animosidad de tales dictámenes, máxime al producirse por insistir en el derecho de atención a la denuncia (que estaba siendo desasistido y contenido) y sin que nadie hubiera intentado realizar un análisis mínimamente detallado de los hechos uno a uno o de la situación en su conjunto.
Es inevitable que sucesos como los que concurren provoquen la desconfianza sobre otras muchas circunstancias, pero tampoco eso tiene por qué ser una paranoia. Obviamente, es inevitable que en estos casos se desconfíe de otros sucesos, pero ese recelo no tiene por que suponer alteración grave de la realidad o alucinaciones, sino el simple derecho racional, legal y de salud mental a sospechar de situaciones anormales sospechosas, máxime si son presuntamente delictivas. Aunque hay que reconocer que en ciertos casos es complicado, los buenos profesionales saben establecer los límites, distinguir la diferencia entre preocupación o recelo y delirio o paranoia, para lo cual profundizan en la situación analizando con precaución cada detalle a fin de saber ante que se encuentran y procurando no hacer diagnósticos rutinarios o genéricos arbitrarios sino estudios particularizados bien definidos.
Si tales actitudes y diagnósticos fueran negligentes o fruto de la rutina, la situación sería grave. Pero si son malintencionados como a todas luces parece que son, resulta especialmente grave.
Así, en base a esos "informes forenses" del todo desproporcionados, absolutamente rechazables y a todas luces malintencionados, algún tiempo después un juez ordenó, sin asistencia legal ni atender ningún otro derecho, mi privación de libertad en forma de ingreso en un centro psiquiátrico para supuesta valoración durante 3 semanas. El supuesto especialista asignado tampoco mostró ningún interés en analizar con detalle los acontecimientos que se denunciaban e indicó que se consideraba delirio porque se estimaba que los sucesos que yo planteaba no eran así por ser muy difíciles de creer: tal es la "profesionalidad" de esos supuestos profesionales, cuando es obvio que se trataba del derecho de denuncia de una situación presuntamente delictiva que las FSE podrían indagar y comprobar muy fácilmente. Probablemente a este supuesto profesional le señalaron la dirección de la anomalía mental (como a los anteriores) y símplemente siguió ese camino poniendo su empeño en intentar justificarla en vez de analizar la situación como es debido. En cualquier caso, se puede considerar que quizás no quiso decir eso, no siempre se escogen las palabras adecuadas para expresar lo que se quiere expresar, pero la experiencia indica que a pesar de haber protocolos de diagnósis, un dictámen en esta materia puede ser muy subjetivo teniendo el especialista cierta libertad de manipulación.
Todas las personas mínimamente cabales y racionales sabemos y entendemos que puede haber muchas situaciones delictivas "inverosímiles" o difíciles de creer, pero que ocurren o potencialmente pueden ocurrir. Al parecer estos supuestos profesionales las tildarían sin mas de delirio de las víctimas: tal es el riesgo social de que ocupen esos cargos.
El Juez que dictó la orden de privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso indicó asimismo, tambien sin consultas, preguntas ni deseo de aclaración alguna, que él también pensaba que se trataba de un trastorno por ideas delirantes, asimismo sin intentar comentar ni aclarar conmigo el escrito que tenía sobre la mesa. Tratándose de un Juez (o de cualquier otro cargo público que suponga la representación de la Ley, la Justicia o el Derecho) creo que además de "pensar" su deber es consultar, aclarar, analizar, investigar y comprobar cada caso por y para toda la sociedad, lo cual es tanto su cometido laboral como el derecho de los ciudadanos.
Como se demuestra en este caso, la valoración del estado mental de una persona es un tema ambiguo y queda en muchos casos
bajo el exclusivo criterio u opinión subjetiva del especialista, criterio sobre el que pueden influir muchos factores (como
la ideología, la estética o indumentaria, etc). En esta forma, no tratándose de ciencias exactas no resulta difícil realizar
resoluciones o dictámenes interesados sin excesivo temor a posibles objeciones o repercusiones.
Aunque no viene a cuento, se podrían poner como ejemplo cuestiones como el aborto, el nudismo, la ideología política, la
religión, la orientación sexual, ... Siempre podrá haber supuestos profesionales que tildarán de enfermedad mental lo que no
coincida con sus propias opiniones o criterios al respecto. En este caso, sin haber hecho aclaraciones, análisis ni comprobación
alguna, ¿en que fundamentan estos individuos el delirio que se sacan de la manga ante la situación real denunciada que las FSE
podrían comprobar fácilmente: en que les parece inverosímil?.
Produce cierta aprensión y alerta social saber que abusos de autoridad de este tipo se podrían llevar a cabo con cualquiera en cualquier momento en este Estado de Derecho, al más puro estilo dictatorial del pasado. Aquellos que en una sociedad representan la autoridad, las leyes, la justicia, el derecho, etc, han de hacerlo con la necesaria prudencia y capacidad de razonamiento, calibrando las situaciones en su justa medida: es una línea muy fina la que separa autoridad de autoritarismo. Para preservar las libertades y derechos inviolables que son inherentes al ciudadano, ciertas cuestiones como puede ser una orden judicial de privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso psiquiátrico, al igual que si se tratara de un ingreso en prisión, han de dirimirse en una vista donde se puedan presentar alegaciones y donde estén suficientemente salvaguardados los derechos de la persona mediante la asistencia de abogado, máxime tratándose de la denuncia de circunstancias presuntamente delictivas como las que concurren y se describen, que las FSE podrían investigar y comprobar con facilidad.
Similar ingreso "para valoración" debería serles ordenado a esos supuestos profesionales: a la vista está la realidad y es obvio que son incapaces de entenderla, analizarla y razonarla con la profesionalidad necesaria de cara a la función social que han de desempeñar y para la cual tienen nómina funcionarial.
El dia de la privación de libertad para supuesta valoración - Mayo/07 - se me había citado en el juzgado 'para realizar diligencia judicial'. Pensé que quizás por fin habría llegado el momento de prestar declaración y que realizaran las aclaraciones necesarias, pero resultó que esa citación era para ordenar sumarísimamente mi privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso psiquiátrico sin previamente haberse realizado estudio, indagación ni comprobación alguna respecto a la situación denunciada. Así, salí esposado conducido por un policía hacia urgencias del hospital. Ni siquiera pude retirar el vehículo del aparcamiento de pago donde lo había dejado. En urgencias hubo un incidente: el supuesto profesional de guardia planteó la necesidad de sedación para hacer el posterior traslado al centro. Me negué, estaba sentado e indiqué que no sería necesario pues iría tranquilamente (tal como había estado en el Juzgado, tal como había llegado hasta allí en el patrulla y tal como estaba en ese momento intentando describirle lo que estaba pasando); incluso solicité presencia policial para que fueran testigos de la situación; me levanté (con la intención de ir donde hubiera que ir) y se avalanzaron sobre mi varios vigilantes de seguridad que estaban preparados al efecto, tirándome al suelo para inyectarme el sedante, que curiosamente también debía estar ya preparado. Previamente habían estado comentando entre ellos en el exterior de la sala sobre la presencia de un loco en la misma, etc. Es más, creo recordar que fueron los mismos vigilantes de seguridad quienes impelieron al joven médico de guardia a aplicar la sedación. En esa acción uno me colocó un brazo en el cuello que me estaba asfixiando: intenté comunicarlo, pero no podía hablar y tampoco se me atendió. Desperté atado a una cama ya en el centro psiquiátrico. Como curiosidad, cuando desperté en la habitación y solicité que me desataran lo hizo una única enfermera sin presencia de seguridad ni miedo alguno. ¿Por qué se aplicó la sedación sin haber motivo para ello?. Al parecer, se indicó posteriormente que había sufrido una crisis nerviosa y había sido necesario el uso de la fuerza para reducirme, lo cual era otra mentira más para justificar esa irregular actuación. Símplemente deseaban dejarme inconsciente y así lo hicieron.
Así está el patio en este Estado de Derecho, similar al que había antaño cuando gobernaban las mafias fascistas al servicio del cacique del lugar. Obviamente el mamoneo es manifiesto. Casualmente, la empresa a la que pertenecían esos individuos de seguridad había adquirido una de las empresas citadas en la que yo había estado contratado para otras funciones independientes de la seguridad.
Describir unas circunstancias y opinar al respecto no es delirar, por muy difíciles de creer que sean. Una persona puede asegurar que ha presenciado milagros, ovnis, posesiones diabólicas, fenómenos paranormales, apariciones y desapariciones de objetos, etc: no tienen por que ser ideas delirantes a no ser que al mismo tiempo se den ciertos condicionantes. Obviamente, para aclarar la situación siempre es necesario el oportuno estudio detallado de la misma, lo cual no está ocurriendo ni al parecer desean que ocurra en este caso. Los buenos especialistas en la materia, los que practican o acostumbran el análisis minucioso y la valoración documentada de las distintas posibilidades, indican la dificultad de determinar a ciencia cierta cuando se está ante un delirio: no basta que la situación sea "inverosímil" sino que al mismo tiempo hay determinados factores determinantes que deben concurrir; en este caso no concurren. Por ejemplo, una característica significativa de un estado delirante es que aunque al sujeto se le demuestre fehacientemente que sus apreciaciones no son como él cree, se mantiene firme en su postura negando la fehaciente demostración. Al respecto, resulta curioso que el mismo psiquiatra del centro y en referencia al reiterado golpeo que se producía en tempranas horas de la mañana desde un piso colindante, a pesar de haberle dicho que había más personas que habían oído los golpes y de que la situación podría haberse comprobado, manteniéndose firme en su irracional o malintencionada postura plasmó en su informe: "posibles alteraciones de la sensopercepción en forma de alucinaciones auditivas". Obviamente es para alucinar con tal "profesionalidad": lógicamente no sería una paranoia sospechar también de la mala voluntad de ese supuesto profesional, sino una posibilidad muy real. En el informe y sin que se hubiera analizado nada, esa malintencionada indicación de 'posibilidad de alucinaciones auditivas' se acompañó de 'ideación delirante de perjuicio bien estructurada y ausencia completa de conciencia de enfermedad': tal fue el dictámen que se comunicó al juez que habia ordenado el ingreso y que también "pensaba" que se trataba de un trastorno por ideas delirantes aún sin haber hecho consulta ni estudio alguno de la situación. Lo que podría haber puesto en el informe más acertadamente sería: "posibilidad de uso ilícito de determinada tecnología de captación de movimientos a través de paramentos", pero prefirió inventarse las posibles alucinaciones y el delirio, que eran su especialidad.
Otro ejemplo mas de irracionalidad o más probablemente de mala voluntad. En psiquiatría se me indicó la conveniencia de ir al psicólogo,
al cual acudí. Para hacer su labor (febrero 2008) este especialista partió del diagnóstico psiquiátrico referido a este caso que tenía
en la carpeta con mi "historial". Quiso asumir que era lo que en aquel se indicaba sin plantearse la posibilidad de que pudiera ser erróneo
o malintencionado, defendiéndolo a ultranza desde un principio sin intentar siquiera hacer su propia valoración o estudio. Aunque le solicité
que razonara imparcialmente e intenté que analizara la situación detalladamente para comentar punto por punto la misma, se mostró intransigente
al respecto: aseguró que no valía la pena ponerse a discutir puesto que cada uno defendería su postura igual que si se tratara de una discusión
sobre política. Así, no quiso entender ni aceptar que lo que yo describía era una realidad presuntamente delictiva en mi contra. Sin conocer lo
mas mínimo la realidad de la situación ya iba a piñón fijo: no tenía intención alguna de reflexionar sobre la misma ni de analizarla lo más mínimo.
¿Quizás se sentía obligado a defender y justificar sin más los dictámenes de los colegas de profesión?. Aunque intenté comentarle alguna de las
anormales circunstancias, no deseó tenerlas en consideración y defendió la enfermedad mental. Sin haber intentado analizar nada, sin ni siquiera
saber si había pruebas o testigos de la misma, su labor como supuesto profesional en esa materia y su informe (otro más) para mi "historial",
irracional o malintencionamente iba a partir de un estado delirante-paranoico inventado y no de la situación real de aparente puteo y sus repercusiones
(lo cual las FSE podrían investigar y comprobar fácilemnte). Incluso aportó una sencilla explicación: comentó que en estos casos se trataba de ciertas
alteraciones en las conexiones del cerebro que provocaban que yo creyera lo que creía sin ser verdad. ¿Conocía este individuo la situación?, ¿la había
consultado, aclarado, analizado y comprobado?: evidentemente no. ¿Podía decir versada y profesionalmente que se trataba de un delirio?: a todas luces
en modo alguno, con lo cual evidentemente era otra marioneta más en la lista de captados malintencionados o involucrados por efecto dominó.
¿Tendrán algo que ver las conexiones cerebrales con todas las circunstancias reales ocurridas, por ejemplo que un individuo en un entorno laboral
me hiciera cortes de manga por la espalda, o me dijera "vete a tu tierra", o que me negaran el saludo, o que un jefe me designara despectivamente
de "moro" o "moramen", o ser objetivo de otras indirectas o comentarios así como de gesticulaciones intencionadas, o haber aguantado un reiterado
golpeo en paramentos en el domicilio durante un prolongado periodo de tiempo con las especialmente sospechosas características señaladas, etc?.
¿De verdad para esos supuestos profesionales es todo un delirio con posibles alucinaciones sin más y punto?. Si de verdad lo piensan, son
irracionales profundos; y si se lo inventan malintencionadamente, es obvio que la situación es extraordinariamente grave.
En cualquier caso, se asume que en este tipo de situaciones pueden generarse apreciaciones erróneas y quizás actitudes pseudoparanoides puntuales: debido a la desconfianza que se produce se tiende a sospechar de muchas cosas, pero no es razón suficiente para considerar que la situación en su conjunto sea un deliro-paranoia ni para que las autoridades se desentiendan como si fuera un problema exclusivo de una imaginación delirante-paranoica.
Segunda y última visita a este supuesto profesional de la psicología (Abril-2008). Nuevamente incidió en la anomalía en las conexiones cerebrales. Insistí en la situación y circunstancias reales de aparente acoso y uso ilícito de determinada tecnología que las FSE podrían investigar y comprobar fácilmente. Volví a relatarle algunas de ellas: las actitudes de desconsideración, las indirectas y comentarios, el seguimiento, el golpeo en paramentos, etc ...; no estaban todas pero eran suficientes para dar idea de la situación real denunciada. Le pedí que para hacer su trabajo correcta e imparcialmente se olvidara de cualquier otro informe y realizara su propia valoración de las circunstancias: dijo que eso no podía ser y se empeñó nuevamente en las conexiones cerebrales anómalas.
Ante tal actitud le indiqué que yo no tenía que explicarle como debía hacer su trabajo y le aconsejé la consulta de casos y documentación al respecto avalada por verdaderos profesionales de la psiquiatra y de la psicología en la que se analiza el tema del acoso psicológico, mobbing o puteo y comprobara el enfoque que se le da en todos los casos y cómo se acomete el estudio de este tipo de situaciones, especialmente en cuanto a la afectación de la salud que conlleva y que cotejara si los hechos que se describen podrían corresponder a una situación de tal tipo, respecto a lo cual mi hipótesis es que es así. Insistía en la anomalía mental. Preguntó si la situación estaba denunciada y en qué estado estaba la denuncia; cuando le contesté que eso no tenía mayor relevancia para que él hiciera su trabajo de análisis de las circunstancias como es debido, me contestó que esa actitud de desconfianza era producto de la paranoia. Evidentemente el estado de la denuncia es algo que no tiene mayor relevancia para que realice su labor con la profesionalidad debida, la cual es analizar detalladamente las circunstancias así como las consecuencias y repercusiones sobre la salud en lo concerniente a su especialidad, algo que no hizo en ningún momento. ¿O quizás la valoración de este individuo variaría según el estado de la denuncia?. Es obvio que pretendía defender y justificar el delirio firmado por su colega, a la cual quizás conocía, para no poner en entredicho su "profesionalidad".
Aparentemente, todas las acciones de hostigamiento o puteo mas o menos velado de las que yo pudiera ser objetivo, o cualquier anormal suceso mas o menos "inverosímil" que en el resto de mi vida me pudiera ocurrir, para este supuesto profesional podría ser sin más un delirio producto de conexiones cerebrales anómalas. Obviamente era irracional o malintencionado, mas probablemente la segunda opción. ¿Todas las situaciones de este tipo que pasen por sus manos las considera un delirio?.
Hube de despedirme de tales "especialistas en salud mental": no era normal tal incapacidad de razonamiento, necedad o cerrazón.
Esas actitudes de supuestos profesionales no hacen mas que agravar la situación y deben ser plenamente conscientes de ello: quizás se les podría considerar poco menos que criminales que desean causar perjuicios psíquicos sabiendo que suelen llevar asociados perjuicios de salud física, como pueden confirmar todos los verdaderos profesionales en la materia.
Trastorno psicótico: enfermedad en la que se produce un quiebro de la realidad y el sujeto crea una nueva dentro de su mente. En este caso la realidad es la que se describe y las FSE podrían investigarla y comprobarla fácilmente. Las teorías que se exponen son válidas y pueden ser certeras. Aunque alguno de los sucesos fuera casual, o errónea alguna hipótesis, no anula o desvirtúa lo demás. Por otra parte, si esos supuestos profesionales no conocen lo que está pasando ni se interesan lo mas mínimo en intentar conocerlo y analizarlo, tampoco pueden tildarlo de nada en nombre de la psiquiatría. Es más, esta especialidad y la ciencia en general exigen el análisis detallado de cualquier situación para poder emitir una valoración que se pretenda válida sobre la misma, a no ser que a ciencia cierta sea irreal, imposible o no exista.
El fundamento de las ideas delirantes y la paranoia es que parten de creencias y percepciones falsas. En el trastorno delirante el sujeto
está totalmente seguro de la certeza de sus creencias falsas y no se le puede convencer de su error mediante el razonamiento lógico. En este
caso denuncio unos hechos reales, anormales, sospechosos y presuntamente delictivos que todo ciudadano tendría derecho a denunciar y que las FSE
podrían indagar y comprobar muy fácilmente debiendo, cuando menos, consultarlos y analizarlos con la profesionalidad necesaria. Al mismo tiempo
respecto a los mismos planteo hipótesis válidas que pueden ser certeras como, por ejemplo, que ante un reiterado golpeo diario en paramentos en
horas tempranas que curiosa y sospechosamente cesa al primer movimiento que realizo tras despertar por el mismo, puede usarse alguna tecnología
de detección de movimientos a través de paramentos (como podría ser un detector tipo radar o de microondas, etc).
Evidentemente no se trata de ser mas o menos convincente, de que se crean o no se crean lo que se les describe, sino de que tengan la
profesionalidad necesaria para tenerlo debidamente en cuenta, consultarlo, aclararlo, analizarlo y, en su caso, indagarlo y comprobarlo,
ya que en este caso puede hacerse. Y si no lo hacen, lógicamente tampoco pueden tildarlo sin más de delirio a no ser que fuera una situación
irreal o imposible a ciencia cierta, lo cual no es el caso.
La actitud que en todo momento han mantenido esos supuestos profesionales respecto a esta situación ha sido de maliciosa incredulidad,
incluso mostrándose petulantemente sarcásticos en algunos casos, lo cual dice mucho de su intencionalidad al respecto. Es propia de
irracionales o de malintencionados que no quieren admitir ninguna otra posibilidad que lo que desean imponer: en este caso el delirio
que se sacan de la manga.
Ideación delirante: creencia de un sujeto que se basa en una evaluación incorrecta de la realidad exterior y que sostiene en forma inamovible. Creencia falsa sobre la realidad externa que se mantiene firmemente a pesar de que los demás estén en desacuerdo y se obtengan pruebas y evidencias indiscutibles en su contra. Ideas erróneas o falsas con convicción de realidad total, irrefutables ante la crítica exterior, persistentes en el tiempo. Percepciones de naturaleza extraña que no se corresponden con la realidad. Se considera idea delirante cuando el sostenimiento de la misma está basada en fantasías que se convierten para el individuo en certeza absoluta contrariando toda lógica y razonamiento.
Paranoia: psicosis generalmente crónica que se organiza como desarrollo delirante, es decir, bajo creencias y percepciones falsas. Trastorno mental que consiste en la aparición de ideas delirantes de evolución crónica. Provocan que, con el tiempo, se construyan ideas patológicas alrededor de la vida del sujeto que las produce. En la paranoia, la temática del delirio es el perjuicio: suele ser un delirio bien estructurado en el sentido de que el sujeto que lo padece se siente víctima de las acciones de una persona o grupo; cree que actúan en su contra con ánimo de perjudicarlo, con un entramado argumental comprensible, pero no real, con el que intenta justificar su delirio. El individuo, a partir de una falsa premisa teje un delirio perfectamente sistematizado. En la paranoia el delirio es estructurado, con ideas fijas y estables, bien organizadas y con cierta coherencia interna, con "visos" de realidad. Ideación Paranoica: ideas delirantes que tiene el sujeto por las que cree que está siendo atormentado o injustamente perseguido.
Es decir: el delirio es una falsa realidad o una errónea creencia persistente sobre la misma con convencimiento de ello.
En este caso se trata de la denuncia de una situación real, anormal, sospechosa, presuntamente delictiva; las circunstancias
son claramente malintencionadas en gran medida y las hipótesis que se plantean son válidas y pueden ser certeras; además, las FSE
podrían investigarla y comprobarla muy fácilmente.
Es evidente que ante cualquier denuncia esos supuestos profesionales no conocen los sucesos ni la intencionalidad con la que se
llevan a cabo, por lo tanto en principio tampoco pueden tildarlo de nada; pero en este caso muy alegre y sarcásticamente lo
califican sin más de delirio cuando es obvio que las FSE podrían investigarlo y comprobarlo muy fácilmente: ¿por qué?.
Se podría poner un ejemplo habitual: el caso de un adolescente en el colegio al cual el grupo de típicos petulantes malintencionados le hacen putaditas incluso "inverosímiles", le convierten en objetivo de alusiones o gesticulaciones, expanden maliciosos rumores sobre él para intentar captar e involucrar a otros en la situación, etc. Si el objetivo-víctima le describe la situación de aparente puteo al director del colegio, o a un supuesto profesional de la salud mental, o a un funcionario policial o de la justicia, ¿pueden afirmar sin más en nombre de la psiquiatría o de la ley que se trata de un delirio con posibles alucinaciones?.
Una paranoia puede ser por ejemplo (tal como explican los verdaderos profesionales en la materia), el caso de un trabajador
que interpreta de forma errónea el comentario inocente entre dos compañeros y a raíz de ello empieza progresivamente a recelar
y a sentirse perseguido.
En el presente caso las actitudes de desconsideración y hostigamiento en forma de alusiones, gesticulaciones,
etc, que se describen, ocurridas en los entornos referenciados (tales como el intencionado corte de mangas, la negación del saludo, el
'vete a tu tierra', el despectivo 'chupa moro chupa' y 'moramen', etc), además de las demás situaciones descritas (como el reiterado
golpeo diario, etc) que son reales y objetivamente constituyen la punta del iceberg de la situación, no son sucesos inocentes o
casuales sino que son circunstancias malintencionadas que dan perfecta muestra de un aparente puteo o mobbing que probablemente,
como en todos los casos similares, persigue un deseo de perjuicio.
Y aunque los involucrados negaran los hechos o la víctima no tuviera pruebas de los mismos, la ley y el derecho aseguran que no se
pueden tildar sin más de delirio, falsa realidad o alucinaciones, sino que han de tenerse debidamente en cuenta y analizarse con
la profesionalidad necesaria.
Y por supuesto, es del todo imposible hacer una valoración correcta o válida sin analizar y comprobar mínimamente los pormenores de una situación, algo que hasta el momento no se ha hecho en este caso. Discernir con propiedad solo es cuestión de realizar el adecuado estudio y análisis detallado. Plantear recelos sobre circunstancias anormales sospechosas no es delirar, máxime cuando hay indicios suficientes para la desconfianza y la duda es objetiva, fundada y consecuente.
Posiblemente el prepotente y sarcástico supuesto profesional que en una valoración te espeta "leelo si sabes leer",
el agente de la benemérita de las indirectas en el entierro, el juez y/o fiscal que desatienden o archivan casos sin
consulta, análisis, investigación ni comprobación alguna y desean que esta situación real se tenga como un delirio
incluso ordenando una privación de libertad sin asistencia legal en forma de ingreso psiquiátrico para valoración
malintencionadamente incrédula en vez de hacer las consultas, aclaraciones y comprobaciones necesarias, los supuestos
profesionales que falsean informes sin conocer lo mas mínimo la situación, el empresario del "moro-moramen" o el individuo
del "vete a tu tierra", el vecino del golpeo diario que cesa al primer movimiento (y que curiosamente se interrumpe durante
un tiempo justo al dia siguiente de presentar denuncia ante las FSE), el individuo que sale de una marquesina de autobús a
agitarse las pelotas al paso del vehículo y otros que realizan similar gesticulación en otros momentos, etc, probablemente
en una investigación y tomándoles declaración podrían dar alguna pista sobre lo que se persigue o pretende en este caso concreto,
así como quién ha instigado o inducido sus acciones, o quién está detrás de la situación, etc. Y es seguro que todos los ciudadanos
y especialmente los verdaderos profesionales de la investigación, la Ley, la Justicia, etc, opinan lo mismo y sabrían llevar a cabo
una investigación sobre los acontecimientos.
Basta una cuestión: ¿por qué en ningún momento han intentado consultar, aclarar y analizar la situación como es debido,
lo cual es tanto su deber y cometido laboral como el derecho para todos los ciudadanos?.
Si en el transcurso de una investigación por asesinato los investigadores conocieran que a la víctima le habían ocurrido circunstancias como las concurrentes en este caso, siendo verdaderos profesionales es seguro que las tendrían debidamente en cuenta y sabrían analizarlas, interpretarlas e investigarlas como es debido por si pudiera haber alguna relación con el motivo de la investigación: en modo alguno las tildarían sin más de delirio de la víctima.
Obviamente ningún verdadero profesional tilda sin más de delirio la denuncia de una situación presuntamente delictiva que desconoce, incluso por "inverosímil" que pudiera parecer, a no ser que fuera irreal o imposible a ciencia cierta, lo cual no es el caso.
Un camelo o paripé tan burdo, de patio de colegio, como tildar de delirio de la víctima la denuncia de unas circunstancias anormales, sospechosas y presuntamente delictivas en su contra, ¿podría ser en los tiempos actuales, en una sociedad democrática de derecho, la solución ideal o panacea para encubrir situaciones comprometedoras de influyentes de cierto nivel?.
La valoración profesional de cualquier situación sólo puede hacerse con la necesaria lógica y capacidad de raciocinio, analizando, investigando y comprobando lo necesario.
Nos podemos poner en el lugar de un profesional que ha de valorar una situación como esta. Lo primero que tiene que pensar es que se trata de la denuncia de un ciudadano que tiene derecho a realizar y que podría tratarse de una situación delictiva seria, con lo cual ha de analizarse con la profesionalidad debida, como ante cualquier otra denuncia de situación delictiva o presuntamente delictiva. Por otra parte también ha de pensar que siendo reales las circunstancias denunciadas, las FSE podrían indagarlas y comprobarlas en gran medida y que hasta que no se indaguen y comprueben tampoco pueden tildarse de nada.
Por otra parte y basándose en las circunstancias que se describen, puede dar una opinión sobre las mismas. Evidentemente si unos individuos realizan determinadas alusiones y gesticulaciones contra alguien, puede ser porque les pasa algo o porque pueden pretender algo, pudiendo dicha pretensión ser animosa. En este caso, a tenor de la anormalidad de las mismas y de otras circunstancias que se dan en la situación, se puede estimar que a todas luces podrían ser malintencionadas, si no todas si en gran parte. Además, si esas alusiones o gesticulaciones son similares en distintos entornos es obvio que podría haber una instigación, una trama orquestada: alguien instiga para que lo hagan y los que se involucran lo hacen de buena gana, posiblemente con intencionalidad animosa.
En relación a otras circunstancias más "inverosímiles", obviamente tanto se puede plantear que podrían ser "alucinaciones" como sucesos derivados del uso ilícito de determinados medios o procedimientos. En este caso, debido a las anormales y sospechosas características de los sucesos, el posible uso ilícito de determinada tecnología es una hipótesis especialmente válida que puede ser certera. En cualquier caso, siendo real las FSE podrían comprobarlo sin gran dificultad.
Por otra parte se puede asegurar que la actitud de esos supuestos profesionales no es normal sino sospechosa, propia de irracionales o malintencionados. Y siendo así, es denunciable. Un verdadero profesional se interesa en consultar, aclarar y analizar detalladamente todo teniendo debidamente en cuenta cualquier hipótesis coherente que se pueda plantear al respecto. Estos no tienen en consideración nada e imponen sin más un delirio que se sacan de la manga.
Ante la consideración delirante que unos supuestos profesionales se sacan sin mas de la manga respecto a esta situación, no cabe pensar otra cosa que o son muy irracionales o son malintencionados. Todo verdadero profesional se interesa en consultar, aclarar y analizar debidamente las circunstancias en cuestión teniendo en cuenta cualquier posibilidad mínimamente coherente que se pueda plantear, tanto por ser su cometido laboral como por ser el derecho de los ciudadanos. Quienes tildan sin más de delirio una situación así sin conocerla ni interesarse en estudiarla lo más mínimo, negando cualquier posibilidad que no sea el delirio que se inventan, no son profesionales: podría ser una situación severa y la estarían tildando sin más de locura de la víctima. Lógica y racionalmente se puede considerar que podrían ser malintencionados captados o simples marionetas o piezas de un efecto dominó, lo cual resultaría especialmente grave por los cargos que representan y las funciones que han de realizar.
Algunos ejemplos de mas anormales sucesos (similares al tema del reiterado golpeo) asimismo puestos en conocimiento de las FSE, que podrían haber comprobado. Evidentemente nadie tiene que temer denunciar sucesos presuntamente delictivos por "inverosímiles" que pudieran parecer.
Durante una larga temporada, en el momento de encendido o apagado del PC coincide en los siguientes instantes el ruido de apertura-cierre de la puerta de la vivienda de un vecino.
Ejemplos. 25/04/06, con el apagado a las 12:15, con el encendido a las 12:30, con el apagado a las 12:35, con el encendido a las 12:50 (encendí y apagué el PC varias veces a propósito para comprobar la curiosa y sospechosa casualidad ... y curiosamente coincidió: llevaba ya algún tiempo apreciando esta situación. 02/05/06, con el encendido a las 9. 15/05/06, con el encendido a las 12:18. 16/05/06, con el encendido a las 13:45, con el apagado a las 14. 17/05/06, con el encendido a las 10:37. 18/05/06, con el encendido a las 9:05. En esta época todavía se producía ocasionalmente el golpeo referido desde una vivienda colindante. 22/05/06, con el encendido a las 21:15. 24/05/06, con el encendido a las 22:40. 01/06/06, con el encendido a las 21:30. 02/06/06, con el encendido a las 9:20. 06/06/06, con el encendido a las 21:40. 08/06/06, con el encendido a las 16:15. 14/06/06, con el encendido a las 9:25. 14/07/06, con el encendido a las 8:15, con el apagado a las 21:30. Etc. 31/07/06, con el encendido a las 21:30. 08/08/06, con el apagado a las 20:30, con el encendido a las 21:20, con el apagado a las 21:25. 16/08/06, con el apagado a las 16:08. 18/08/06, con el encendido a las 15:45. 21/08/06, con el encendido a las 15:35. 27/08/06, con el encendido a las 21:46. 28/08/06, con el encendido a las 8:36. 29/08/06, con el encendido a las 9:15. 05/09/06, con el apagado a las 21:10, con el encendido a las 21:35. 06/09/06, con el apagado a las 10:15, con el encendido a las 10:35. 13/09/06, con el encendido a las 8:25, con el apagado a las 9:10. 18/09/06, con el apagado a las 20:25, con el encendido a las 20:50. 22/09/06, con el apagado a las 13. 24/09/06, con el encendido a las 22:30, con el apagado a las 22:45, con el encendido a las 22:50. 25/09/06, con el encendido a las 8:15, con el apagado a las 8:30. 27/09/06, con el encendido a las 20:40. 02/10/06, con el apagado a las 10:44. 03/10/06, con el encendido a las 9:10. 05/10/06, con el apagado a las 13:40, con el encendido a las 13:45. 08/10/06, con el apagado a las 21:30. 10/10/06, con el apagado a las 20:10. 20/10/06, con el encendido a las 9,10. 30/10/06, con el encendido a las 8, con el apagado a las 8:25. 01/11/06, con el encendido a las 9:05. 02/11/06, con el encendido a las 8:38. 06/11/06, con el encendido a las 15:30, con el apagado a las 20:30. 09/11/06, con el encendido a las 18:10. 14/11/06, con el apagado a las 16:10. 15/11/06, con el encendido a las 19:20. 19/11/06, con el apagado a las 20:10, con el encendido a las 20:45. 20/11/06, con el encendido a las 9:55. 29/11/06, con el encendido a las 9:50. 04/12/06, con el apagado a las 13,45. 13/12/06, con el encendido a las 9:24. 17/12/06, con el apagado a las 19,17. 19/12/06, con el encendido a las 12,49, con el apagado a las 13,20. 23/12/06, con el encendido a las 21:08. 27/12/06, con el encendido a las 9:10. 28/12/06, con el encendido a las 18:30. 08/01/07, con el encendido a las 16:10. 11/01/07, con el encendido a las 9:25, con el apagado a las 13:35. 17/01/07, con el encendido a las 21:18. 18/01/07, con el encendido a las 12:08. 19/01/07, con el apagado a las 9:30. 22/01/07, con el encendido a las 15:50. 28/01/07, con el apagado a las 21:54. 29/01/07, con el encendido a las 21:08. 31/01/07, con el encendido a las 9:30, con el encendido a las 15:30, con el apagado a las 20:10. 06/02/07, con el encendido a las 15:35, con el encendido a las 21:15. 07/02/07, con el encendido a las 20:06, con el encendido a las 20:51. 08/02/07, con el encendido a las 7:55. 10/02/07, con el apagado a las 15:05, con el apagado a las 20:05. 13/02/07, con el encendido a las 16:46, con el encendido a las 19:25. 19/02/07, con el encendido a las 9:09, con el encendido a las 16:20. 20/02/07, con el encendido a las 9:09. 22/02/07, con el encendido a las 14:20. 26/02/07, con el encendido a las 12:45. 27/02/07, con el encendido a las 8:08, con el apagado a las 20:48. 28/02/07, con el encendido a las 20:25. 05/03/07, con el encendido a las 16:05. 06/03/07, con el encendido a las 13:25. 07/03/07, con el apagado a las 20:30. 09/03/07, con el encendido a las 21:30. 13/03/07, con el encendido a las 8:35. 14/03/07, con el apagado a las 11:50. 15/03/07, con el encendido a las 15:05. 18/03/07, con el encendido a las 22:30. 22/03/07, con el apagado a las 13, con el encendido a las 13:43. 26/03/07, con el encendido a las 20:55. 27/03/07, con el apagado a las 13:45, con el encendido a las 15:44. 29/03/07, con el apagado a las 20:20, con el encendido a las 23:25. 11/04/07, con el apagado a las 17:36, con el encendido a las 18:51, con el encendido a las 22:30. 12/04/07, con el encendido a las 8:34. 13/04/07, con el encendido a las 8:34, con el encendido a las 15:50. 16/04/07, con el encendido a las 15:46. 18/04/07, con el encendido a las 8:45. 19/04/07, con el encendido a las 15:29. 20/04/07, con el encendido a las 9. 25/04/07, con el encendido a las 8:30, con el encendido a las 21:30. 26/04/07, con el apagado a las 14. 02/05/07, con el apagado a las 17:46. 04/05/07, con el encendido a las 10:35. 16/05/07, con el encendido a las 8:10. 22/05/07, con el encendido a las 9:20. 23/05/07, con el apagado a las 20:30. 05/07/07, con el encendido a las 16:25. 09/07/07, con el apagado a las 21:15. 06/08/07, con el apagado a las 20:25. 07/08/07, con el encendido a las 16:45. 09/08/07, con el apagado a las 17:10. 13/09/07, con el encendido a las 17. 20/09/07, con el encendido a las 15:20. 08/10/07, con el apagado a las 21:50. 09/01/08, con el encendido a las 10:52. 11/01/08, con el encendido a las 16:18. 20/01/08, con el apagado a las 21:15. 21/01/08, con el apagado a las 20:35. 22/01/08, con el encendido a las 17:06. 30/01/08, con el encendido a las 17:10. 06/02/08, con el apagado a las 20:14, con el encendido a las 20:25. 07/02/08, con el encendido a las 9:15, con el encendido a las 17:08. 13/02/08, con el apagado a las 14:02. 20/02/08, con el apagado a las 20. 22/02/08, con el encendido a las 17:30. 25/02/08, con el encendido a las 17:35. 04/02/08, con el encendido a las 17:34, con el apagado a las 20:35. 08/02/08, con el encendido a las 9:42. 25/03/08, con el apagado a las 13:55, con el encendido a las 17:45. 26/03/08, con el apagado a las 12:20, con el apagado a las 13:50. 27/03/08, con el encendido a las 17:45. 01/04/08, con el encendido a las 14:19. 09/04/08, con el apagado a las 20:25. 15/04/08, con el apagado a las 21. 16/04/08, con el apagado a las 14. 25/04/08, con el apagado a las 20:10. 05/05/08, con el encendido a las 16:30. 06/05/08, con el encendido a las 9:49, con el apagado a las 22:16. 07/05/08, con el encendido a las 14. 15/05/08, con el encendido a las 11:53. 10/06/08, con el encendido a las 20:50. 12/06/08, con el encendido a las 20:11. 14/06/08, con el encendido a las 15:18. 16/06/08, con el encendido a las 21:17; con el encendido a las 23:08. 19/06/08, con el apagado a las 20. 26/06/08, con el encendido a las 23. 27/06/08, con el encendido a las 15:14. 05/07/08, con el apagado a las 19:03. 14/07/08, con el apagado a las 19:16. 16/07/08, con el encendido a las 21:05. 19/07/08, con el encendido a las 10:40 .....
Son sucesos reales, anormales, sospechosos, respecto a los cuales la mayoría de la gente sospecharía teniendo en
cuenta además que una puerta no se abre y cierra continuamente y que el ordenador asimismo no se enciende y apaga
con frecuencia, casos en que la coincidencia posiblemente no llamaría la atención.
Al menos se pueden plantear 3 hipótesis: que sean extraordinarias casualidades, que alguien por la ventana vea cuando
se enciende y apaga el ordenador y avise al que abre y cierra la puerta, o que se utilice alguna tecnología al efecto
(puede mirarse en internet interferencias de Van Eck, por ejemplo, etc).
Obviamente es una situación que se puede denunciar: nadie tiene que tener miedo a denunciar situaciones anormales sospechosas
planteando hipótesis que incluso podrían parecer "inverosímiles" por temor a la posibilidad de ser tildado sin más de delirante.
Las FSE están para atender denuncias y podrían comprobarlo fácilmente instalando los medios adecuados. De hecho probablemente
lo harían diligentemente si el denunciante de la misma situación fuera un miembro de la familia real, un presidente de gobierno
o de comunidad autónoma, un ministro, un adinerado influyente, un juez, un fiscal, un alto mando policial o militar, ...
En la presente situación concurren una serie de circunstancias reales anormales, sospechosas y presuntamente delictivas en buena medida. Consecuentemente, hago denuncia de las mismas en derecho. Es obvio que en su mayor parte podrían ser investigadas y comprobadas por la policía con relativa facilidad. Así, la lógica, la inteligencia, la razón y el derecho indican que no encaja que se tilde sin más de delirio-paranoia ordenándose una privación de libertad sin asistencia legal para una supuesta valoración psiquiátrica en vez de analizarse debidamente en el ámbito policial/judicial y mucho menos que se haga sin aclarar, analizar ni comprobar nada: es especialmente lógico y evidente que si no conocen lo que está pasando ni por qué o para qué está pasando, tampoco pueden tildarlo sin más de delirio a no ser que sea algo irreal o imposible a ciencia cierta, lo cual no es el caso. Con lo cual también es absolutamente lógico y razonable considerar que se trata de una actuación irracional o malintencionada, con mayor probabilidad de tratarse de la segunda opción, lo cual resulta especialmente grave en un Estado de Derecho. Obviamente es compatible con una situación de prevaricación o corrupción en la que han podido ser captados funcionarios y/o autoridades para conseguir lo que deseaban conseguir: en este caso, que la situación se tilde sin más de delirio para encubrirla, eludir su investigación y amparar a quienes están detrás de la misma.
Si unos individuos realizan determinadas alusiones y/o gesticulaciones como las que concurren en este caso, lo más lógico es
considerar que probablemente deriva de una inducción o instigación posiblemente animosa: no es un delirio-paranoia sino una
hipótesis válida compatible con tal realidad, hipótesis que atendiendo a los indicios y evidencias puede ser certera, al menos
respecto a buena parte de los sucesos. Por ejemplo, si varios individuos realizan determinada gesticulación como una enérgica
agitación manual de los genitales, es lógico pensar (aparte de que pudiera tratarse de una epidemia de ladillas) que alguien,
con determinada intencionalidad o propósito, les ha dicho que lo hagan y los captados han seguido las indicaciones. Obviamente,
siendo una situación anormal sospechosa cabe su denuncia, máxime concurriendo otras circunstancias asimismo anormales sospechosas
como el posible uso ilícito de determinados medios.
Así, produciéndose además determinadas circunstancias anormales, sospechosas y presuntamente delictivas que podrían parecer más
"inverosímiles" (como las concurrentes en este caso), el deber de los profesionales en esos cargos es tener en cuenta la denuncia
de las mismas considerando si podría utilizarse algún medio al efecto y si pueden ser investigadas y comprobadas. Evidentemente,
no se pueden tildar de nada (ni de delirio ni de delito) hasta que se realice la investigación/comprobación oportuna y en este caso
no resultaría difícil que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado lo investigaran y comprobaran como es debido.
Así, posiblemente, ya se pretendía imponer el delirio para falsear la situación y contener la denuncia. En caso contrario es obvio que podrían hacer lo que deben hacer y lo que haría todo verdadero profesional: consultar, aclarar, analizar y en su caso comprobar como es debido la situación, lo cual es tanto su obligación como el derecho de los ciudadanos. Es obvia la compatibilidad de las hipótesis que se plantean con los sucesos ocurridos (incluída la posibilidad de prevaricación/corrupción) siendo perfectamente válidas y pudiendo a todas luces ser certeras.
En este caso es evidente que esos supuestos especialistas en salud mental no han encontrado un delirio sino que se han inventado el delirio que se han sacado de la manga, ya que evidentemente es una situación real anormal sospechosa que las FSE podrían comprobar, siendo la obligación de quienes deben atender las denuncias su consulta, aclaración y análisis, obligación que han omitido. Lógicamente se puede plantear que probablemente se han sacado de la manga el delirio para falsear la situación, contener la denuncia y encubrir dicha omisión o incumplimiento.
Es seguro que toda persona mínimamente racional es capaz de comprender e interpretar correctamente la situación, e igualmente sabría indagarla y comprobarla como es debido (por ejemplo tomando declaración a involucrados y testigos u otros conocedores de las circunstancias, instalando los medios adecuados, etc). Y asimismo es obvio que hasta que no se investigue y compruebe tampoco puede tildarse de nada. Cuando ante una situación de estas características uno o más supuestos profesionales se sacan sin más un delirio de la manga, también es obvio que probablemente lo hacen malintencionadamente.
La realidad comprobable son los hechos que se exponen. Respecto a los mismos, las hipótesis que se plantean son válidas y pueden ser certeras: son compatibles con las circunstancias denunciadas. Si desconocen lo que está pasando y no se interesan lo mas mínimo en consultarlo, aclararlo y analizarlo como es debido, evidentemente tampoco pueden tildarlo de delirio a no ser que sea irreal o imposible a ciencia cierta, lo cual no es el caso.
Si un grupo de individuos realizan determinadas alusiones y/o gesticulaciones anormales como las que concurren, es evidente que
lo más lógico es que hayan podido ser captados al efecto con determinada intencionalidad o pretensión, que a todas luces puede ser animosa.
Por ejemplo, es especialmente habitual que se lancen rumores orquestados para que lo que quieran parezca lo que desean que parezca y generar
animadversión contra un objetivo, lo cual suele conllevar asociadas determinadas acciones como, cuando menos, alusiones, gesticulaciones, etc.
Si se producen otras circunstancias más "inverosímiles", como puede ser un golpeo diario en paramentos que curiosa y sospechosamente cesa al
primer movimiento que se realiza tras despertar por el mismo, es evidente que puede plantearse la posibilidad de uso de alguna tecnología al efecto.
Ante una denuncia de cualquier tipo, un profesional tiene que tener en cuenta cualquier posibilidad y si se trata de una situación presuntamente delictiva
su deber es interesarse en su análisis, investigación y comprobación.
Ni la Ley, ni el Derecho, ni la Justicia, ni los ciudadanos entienden que se pueda tildar sin mas de delirio la denuncia de una situación real
delictiva o presuntamente delictiva que las FSE podrían indagar y comprobar fácilmente, incluso por "inverosímil" que pudiera parecer.
Evidentemente ni la Ley, ni el Derecho, ni la Justicia, ni los ciudadanos quieren en esos cargos a supuestos profesionales de ese estilo, sino a
verdaderos profesionales que se interesen en consultar, aclarar y analizar todo como es debido.
Se podría considerar, por ejemplo, la denuncia de un abuso policial o autoritario. Podrían pasar dos cosas: que la atendieran verdaderos profesionales policiales que harían lo que deben como deben consultando, aclarando y comprobando lo necesario, o que la atendieran de los otros mostrándose malintencionadamente incrédulos y sarcásticos ante las circunstancias en el deseo de falsear y encubrir la situación incluso menospreciando e intentando ridiculizar al denunciante. A todas luces los de este caso son de los segundos, lo cual es especialmente grave.
Para valorar si la actuación es correcta sólo tenemos que pensar en qué ocurriría si las mismas circunstancias fueran denunciadas por una autoridad relevante o por una persona influyente; ¿las respuestas serían las mismas?: evidentemente en modo alguno.
Se puede plantear que cualquier mamoneo con involucraciones de cierto nivel podría ser tildado sin más de delirio de las víctimas. Podríamos pensar, por ejemplo, en las maquiavélicas tramas en las que al parecer se involucraba un mando policial (famoso caso conocido por los medios de comunicación) para espiar y putear a objetivos por encargo: también se podrían tildar sin más de delirio-paranoia de éstos ante la sospecha y denuncia de la situación. Se puede plantear que habría muchos medios y procedimientos más o menos "inverosímiles" que podrían utilizarse para putear a un objetivo y que podrían ser tildados sin rubor de delirio-paranoia del mismo, previa captación de la autoridad y/o funcionario adecuado a tal efecto.
En este caso podrían plantear un delirio como hipótesis o posibilidad, hipótesis que habría que analizar, indagar y comprobar, de lo cual evidentemente resultaría su inviabilidad, incompatibilidad o inexistencia, pero obviamente no como proposición o axioma sin haber estudiado mínimamente la situación.
De la misma forma podrían falsear, manipular o introducir pruebas falsas en una investigación para culpabilizar y penar a quien quisieran.
E igualmente podrían tildar sin mas de delirio cualquier denuncia a su antojo.
Por otra parte se puede pensar que cualquier aficionado a tecnologías de esas "inverosímiles" podría usarlas tranquilamente contra quien
quisiera ya que la denuncia de la anormal, sospechosa y presuntamente delictiva situación se tildaría sin mas de delirio-paranoia de la
víctima denunciante. Por otra parte, si cualquiera está involucrado en una situación comprometedora contra un objetivo, podría introducir
en la situación alguna acción con medios o procedimientos de esos "inverosímiles" puesto que aparentemente se tildaría sin mas de trastorno
delirante del mismo y se metería todo en el saco del delirio. No cabe duda que en este caso las respuestas ante la denuncia son especialmente
anormales e incompatibles con el derecho y la razón.
De cualquier forma, se ha de considerar que la verosimilitud o inverosimilitud sobre un suceso depende de quién lo tenga que valorar: creer o no una situación puede ser cuestión de fe, de los conocimientos que se tengan al respecto, de la afinidad que se tenga con quien describe la situación, etc. Consideremos que, por ejemplo, alguien utiliza un inhibidor de frecuencia para que una persona no pueda hacer uso de su teléfono móvil, e incluso le sigue a donde vaya a tal efecto; la víctima cambia de móvil constantemente pero siempre se encuentra ante el mismo problema: que no le funciona bien. Si cuenta o denuncia su caso en el sentido de poder ser víctima de un sabotaje, quizás esos supuestos especialistas en salud mental también le achacaran, por lo "increíble de la situación" y sin necesidad de mayor estudio o análisis, el trastorno delirante y la paranoia de turno. O podríamos suponer aquel caso de aquella mujer que echaba pequeñas dosis de veneno en la comida de su marido: si éste acudiera al médico diciendo sentirse mal, posiblemente tras las oportunas pruebas y análisis podrían llegar a descubrir la situación; pero si planteara desde un principio la sospecha de poder estar siendo envenenado por su esposa, quizás en vez de analizar nada le derivarían a psiquiatría donde le dictaminarían sin mas un delirio-paranoia dándole tratamiento farmacológico al efecto y considerando así resuelto el tema. A la vista de este caso, aparentemente habría muchos medios y procedimientos que podrían usarse malintencionadamente y que ante la denuncia de la anormal, sospechosa y presuntamente delictiva situación serían tildados sin mas de delirio-paranoia de la víctima por supuestos profesionales de este estilo.
En cualquier caso un supuesto profesional puede decir que se cree o no se cree una situación, pero eso no puede anular el derecho del ciudadano al análisis de la misma con la profesionalidad necesaria: se crea o no se crea el profesional la situación que se le describe, su obligación es tenerla debidamente en cuenta, aclararla, analizarla y comprobarla en lo posible. La actitud de esos supuestos profesionales es comparable a la de adolescentes en un patio de colegio cuando, tras hacerle alguna putadita a algún objetivo, lo tildan de delirio-paranoia de éste cuando son preguntados respecto a la situación.
La consideración delirante sobre el tema resulta como la bola de nieve que se va haciendo más grande a cada momento al rodar por la
ladera nevada convirtiéndose en un alud, o como un rumor vilipendiador malintencionado que se expande de boca en boca entre los afines
de un entorno pretendiendo que parezca y se tenga como la realidad. Ninguno de esos profesionales ha intentado evaluar o valorar la situación
lo mas mínimo, sino que se han dejado llevar o manipular o han participado interesadamente en la misma: podría considerarse un simple "efecto
dominó" o una captación por instigación o inducción. En este caso la posible y probable intencionalidad animosa le confiere especial gravedad,
máxime por las involucraciones aparentes.
Por ejemplo, cuando a uno de ellos y en referencia al golpeo diario en horas tempranas en paramentos de una vivienda colindante que curiosa
y sospechosamente cesaba al primer movimiento que hacía tras despertar por el mismo, cuando le comenté que otro especialista había reflejado
en su informe la posibilidad de tratarse de alucinaciones auditivas aún habiéndole dicho que había más personas que habían oído los golpes,
símplemente rió la situación quitándole importancia. ¿?. Obviamente o se trataba de un irracional o estaba en la cadena de captados animosamente
o por efecto dominó. Evidentemente, la "valoración" que podía hacer dicho individuo era absolutamente parcial o interesada: símplemente se
iba a limitar a firmar lo que le habían sugerido, igual que los demás.
Por otra parte cabe plantear que las denuncias de las personas delirantes-paranoicas también deben ser atendidas debidamente en orden a consultar, aclarar y analizar detalladamente la situación denunciada: en caso de ser víctimas de cualquier delito o presunto delito tienen todo el derecho, como cualquier otro ciudadano, a que la denuncia de la situación sea atendida con la profesionalidad necesaria y a que se apliquen todas las medidas que al respecto establezca la Ley. ¿O cualquier suceso en su contra que puedan sufrir será automáticamente considerado un desvarío o una alucinación sin necesidad de ser estudiado y analizado con un mínimo de propiedad?.
También cabe considerar que al exponer una idea, teoría o planteamiento, siempre puede haber lugar a distintas interpretaciones. Por ello se hacen necesarias las aclaraciones y el análisis detallado de las circunstancias para dilucidar la situación, que generalmente se realiza en dependencias policiales o judiciales: para eso están los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; pero en este caso el deseo aparente de alguno de los miembros de esas entidades es impedirlo imponiendo sin mas el delirio que se sacan de la manga.
Se podría suponer un robo, abuso, violación, etc, de una persona bajo efectos de sustancias como la burundanga o escopolamina (por ejemplo) que anula la voluntad y provoca amnesia sobre los acontecimientos (u otros fármacos similares de los que afectan a la memoria, etc). Analizar e investigar adecuadamente la situación o tratarla sin mas como un delirio de la víctima solo depende de la profesionalidad de quienes la atiendan, de la voluntad, interés, desidia o animosidad que presenten en sus cargos u ocupaciones. ¿Podrían algunos pretender que el delirio y la falta de conciencia de enfermedad mental sean el remedio ideal, la panacea, para solucionar determinadas situaciones comprometedoras e incluso que otorgue carta blanca para el libre puteo a quien deseen los que manejan los hilos de ciertas marionetas?.
Queda claro que el propósito de esos supuestos profesionales respecto a este caso de acoso y probable uso ilícito de determinada tecnología, es defender la ideación delirante y la falta de conciencia de enfermedad mental en el intento de justificar que las circunstancias que se describen son irreales existiendo solo en una imaginación trastornada. Obviamente tal actitud, proceder y respuestas son compatibles con el aparente deseo de falsear los indagables y comprobables acontecimientos a fin de amparar a quienes están detrás de los mismos: es evidente que la situación es especialmente anormal y sospechosa.
¿Es normal que un juez o un fiscal proponga u ordene una privación de libertad sin asistencia legal para supuesta valoración en vez de interesarse previamente en consultar, aclarar, analizar y en su caso indagar y comprobar las anormales, sospechosas y presuntamente delictivas circunstancias que se denuncian?, ¿es normal que la supuesta valoración consista símplemente en mostrarse malintencionadamente incrédulos y sarcásticos en vez de analizar la situación con la profesionalidad necesaria?. Evidentemente no es normal en absoluto: el más que aparente propósito es falsear y encubrir los acontecimientos y situación para amparar a quienes están detrás de la misma y/o a quienes han omitido el cumplimiento del deber de su cargo.
Es seguro que si el denunciante de las mismas circunstancias fuera un miembro de la familia real, o del gobierno de la nación o de una comunidad autónoma, o un alto mando policial o militar, o un juez o fiscal, o un adinerado influyente, etc, en modo alguno hubiera ocurrido lo que ha ocurrido en este caso ante la denuncia sino que probablemente se analizaría como es debido indagando y comprobando lo necesario.
Se podría suponer que una persona fuera objetivo de las mismas o similares circunstancias por su diferente raza o color de piel, ideología politica, orientación sexual, etc: la denuncia de la situación, ¿se tildaría sin más de delirio-paranoia como en este caso?. ¿Hay que tener miedo de denunciar situaciones anormales, sospechosas, delictivas o presuntamente delictivas, incluso "inverosímiles", porque cualquier irracional o malintencionado ocupando determinado cargo pudiera tildarlo sin más de delirio-paranoia a su antojo?. Evidentemente en modo alguno: lo que hay que hacer es denunciar a mayores a los irracionales o malintencionados que así lo hagan.
Cabe plantear que utilizando medios o procedimientos "inverosímiles" cualquiera podría conseguir que se tildara de delirante a quien quisiera. Aunque es de suponer que habrá verdaderos profesionales que no se limiten a mostrarse malintencionadamente incrédulos sino que se interesen en analizar cada situación con la debida racionalidad y profesionalidad teniendo en cuenta cualquier posibilidad que pueda plantearse al respecto. Obviamente no se trata de que se crean o no se crean lo que se denuncie, se trata de que lo consulten, aclaren, analicen y en su caso indaguen y comprueben con la profesionalidad necesaria.
Por ejemplo, se pueden conseguir fácilmente detectores de movimiento de tipo radar o de microondas
(utilizados en sistemas de seguridad) capaces de captar movimientos a través de paramentos y
utilizarlos para pegar golpecitos en una pared medianera con un vecino para hacerlos cesar cuando
se detecte movimiento al otro lado de la misma (lo cual supondría que alguien se ha acercado al
punto del golpeo). Si la víctima denunciara la anormal y especialmente sospechosa situación (un golpeo
en un paramento que curiosa y sospechosamente cesa al acercarse al lugar donde se produce), en manos
de supuestos profesionales de este tipo se tildaría sin mas de delirio-paranoia con posibles alucinaciones
auditivas e incluso se ordenaría una privación de libertad sin asistencia legal para valorar su salud
mental, valoración consistente en mostrarse malintencionadamente incrédulos y sarcásticos ante la descripción
de las circunstancias. Obviamente es especialmente grave que irracionales o malintencionados de ese
estilo ocupen esos cargos.
Buscando en internet también se puede encontrar tecnología relacionada con interferencias de Van Eck,
con la que aparentemente se puede captar a distancia lo que se ve en la pantalla de un ordenador, etc.
También se podría pensar en un caso en que alguien realizara determinadas acciones en una vivienda según
lo que un cómplice en un edificio cercano viera a través de la ventana lo que hace el objetivo (por ejemplo
si enciende o apaga el ordenador, si se levanta o se sienta, si entra o sale de la habitación, etc).
Cualquiera podría adquirir medios de espionaje, sabotaje, intrusión, etc, de mayor o menor nivel
(según lo que deseara gastarse en ello) para putear a quien quisiera y aparentemente la respuesta
ante la denuncia de la anormal, sospechosa y presuntamente delictiva situación sería tildarlo sin
mas de delirio-paranoia incluso acompañándolo de una privación de libertad sin asistencia legal
para valoración malintencionadamente incrédula, etc.
Esta situación puede recordar a aquellos casos de acoso o puteo que se producían en el ejército cuya
denuncia ante los mandos siempre se perdía entre despachos, llegando éstos a tomar partido por los
denunciados y en contra de los denunciantes. O aquellos casos de racismo en entornos racistas,
en los que asimismo algunas autoridades ponían todas las trabas posibles a la investigación y esclarecimiento
de denuncias incluso manipulando y falseando las circunstancias, introduciendo pruebas falsas para
culpabilizar a las víctimas de lo que quisieran, etc.
También se puede pensar en esos grupos de adolescentes psicópatas que en el colegio se divierten haciendo
putaditas o vilipendiando y expandiendo rumores malintencionados para intentar ridiculizar o desprestigiar
a los objetivos, lo cual tildan de delirio de éstos cuando son preguntados o recriminados por sus acciones.
Se entiende que no es muy difícil valorar debidamente la situación: ¿los sucesos que concurren son sin mas un delirio?.
La respuesta lógica racional es negativa: son hechos anormales sospechosos que se pueden indagar y comprobar, respecto
a los cuales las hipótesis que se plantean son válidas y pueden ser certeras. Por ejemplo, es obvio que si varios
individuos realizan similares alusiones y/o gesticulaciones contra una persona, han podido ser inducidos o captados por
una instigación al efecto; si en horas tempranas se produce un golpeo en paramentos de un vivienda que curiosa y
sospechosamente cesa al primer movimiento que se hace al despertar por el mismo, es obvio que hay que tener en cuenta la
posibilidad de que se utilice alguna tecnología al efecto; ... Etc.
Evidentemente es muy grave que supuestos profesionales con nómina funcionarial al servicio de la ley, la justicia o la salud,
se inventen sin mas un delirio ante la denuncia de una situación real fácilmente indagable y comprobable como esta.
Cuanto mayor es el nivel económico-social del patrocinador de un procedimiento de puteo (en cualquiera de sus variantes), mayor capacidad y alcance de captación tiene. Si unos adolescentes pueden captar a otros como ellos en su entorno para que se involucren en acciones contra un objetivo, un adinerado o una autoridad puede captar a altos cargos de la administración para que amparen y faciliten sus propósitos, pudiéndose generar una amplia red de prevaricadores o corruptos captados, lo cual no son delirios-paranoias de nadie sino lo que vemos día a día en muchos casos en los medios de comunicación. En este caso, esos supuestos profesionales están ejerciendo de caudillos en sus microdictaduras o pequeñas parcelas de poder.
Toda persona cabal es capaz de entender y razonar que este caso se trata de la denuncia de circunstancias anormales, sospechosas
y presuntamente delictivas que las FSE podrían indagar y comprobar fácilmente. ¿Son esos supuestos profesionales incapaces de entender
y razonar lo mismo?.
Evidentemente esas respuestas ante la denuncia de esta situación son absolutamente anormales, con lo que en buena lógica, razón y
derecho se puede sospechar de las mismas. Aparentemente alguien tenía interés o empeño en que la situación denunciada pareciera
un delirio y se tuviera como tal: ¿por qué?. La respuesta parece obvia.
Podría ser que, como ocurre en otros casos, la denuncia ante un entorno fascistoide de la posible involucración de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en alguna situación anormal presuntamente delictiva, provoque sin mas el inicio de oficio de los trámites para considerar delirante al denunciante en vez de producirse el análisis, investigación y comprobación de las circunstancias denunciadas, como habría de ocurrir. En este caso ¿cual es el motivo de la consideración delirante ante esta situación real, que las FSE podrían indagar y comprobar, si no es el propósito de falsearla y amparar a quien esté detrás de la misma?.
Se podría pensar que cualquiera que quisiera putear en mayor o menor medida a alguien solo tendría que hacer lo mismo o similar que lo ocurrido en este caso, o cualquier otra cosa más o menos velada y más o menos "inverosímil" que se le pudiera ocurrir: ante la denuncia de la situación, el denunciante sería tildado sin más de delirante-paranoico sin que se analizara ni comprobara nada y punto.